Si
creíamos haberlo visto todo en política, ahí tenemos el
desbarajuste en el Ayuntamiento de La Laguna para aplicar el empleo
de la expresión 'no, lo siguiente' y despachar el asunto sin
necesidad de ofrecer muchas explicaciones.
Cuando
faltan siete meses para finalizar el mandato, caracterizado por la
inestabilidad, se rompe una alianza política superviviente a la
zozobra de la entente entre Coalición Canaria (CC) y Partido
Socialista Canario-PSOE que tantos recelos despertaba entre una y
otra formación política, dotadas de amplias tragaderas para
gestionar la gobernabilidad, y se llega al más difícil todavía de
materializarla en minoría, porque de la censura, a estas alturas, y
con uno de los socios del pacto resquebrajado y errante, nadie quiere
saber: una operación arriesgada y de muy dudosa rentabilidad.
No
es que fuera un prodigio pero el pacto que ha saltado por los aires a
raíz de unas elecciones internas -es verdad que las carga el diablo-
rindió aceptablemente. Los socialistas, en franca minoría, no solo
acumularon poder político sino partes sustantivas del presupuesto
municipal. El alcalde, sabiéndose seguro y con manto protector en
los medios de comunicación, fue a lo suyo en un nítido ejercicio de
laissez
faire, laissez passer, esto
es, dejen hacer, dejen pasar, que le convenía y que ha culminado con
la ocupación del gobierno monocolor, a partir del 23,95 % de los
votos y siete concejales. Bárbaro, diría un argentino. Al final,
operación casi redonda, con la oposición -la anterior y la
enriquecida tras la ruptura- cautiva y diezmada, entretenida con
lamentos y posibilismos. Hasta aparece procesionando la Virgen de
Candelaria para completar el insólito escenario.
La
situación nos devuelve a un viejo y certero diagnóstico de un
veterano dirigente socialista: “Cuando una agrupación entra en
crisis, es muy difícil superarla. Muchos vientos favorables tienen
que soplar para recuperar una posición idónea”. Se cumple, una
vez más. Si a la carencia de proyecto político se unen la
indisciplina, los recelos, los enconos y las rupturas, el marco no
puede ser más negativo. Eso es lo que ha sucedido. Por eso, han
fallado hasta las formas de acometer la crisis, despachada, poco
menos, en los medios para alargar el espectáculo: ni consultas, ni
explicaciones, ni discursos, ni estrategias... “Cuando una
agrupación entra en crisis...”.
No
escarmientan los socialistas con sus crisis y sus desalojos del poder
en la esfera local. Cuando no hay dirección política es natural que
falte prudencia e inteligencia a la hora de obrar como es consecuente
que no haya siquiera visión política elemental. Heridas abiertas
que difícilmente cicatrizarán, carencia de liderazgos, seguidores
confundidos y desmoralizados. Hoy, en la batalla política, estarán
pensando en todo eso.
Y
miren que el desgaste de CC invitaba a pensar que se da una
inmejorable oportunidad para intentar el relevo. Cierto que aún
falta determinar el alcance de una situación judicial bastante
controvertida pero hay trenes que pasan y si no se sube, igual no hay
más opciones.
Lo
decidirán los ciudadanos laguneros que deben estar bastante
cansados, por cierto, de cuitas, componendas, caprichos,
inestabilidad y desprestigio.
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