jueves, 15 de noviembre de 2018

DESPEDIDA TRAS EL ATASCO

A estas alturas, cualquier tinerfeño es consciente de lo que significa el gran atasco de sus autopistas. Cualquier tinerfeño ha padecido sus consecuencias que ya se reflejan, por cierto, en los trayectos de regreso, especialmente en los del norte, aunque no deben diferir mucho los del sur, al menos a ciertas horas.
Contamos lo sucedido hace un par de días. Fuimos testigos. En una guagua de TITSA que cubre la línea Puerto Cruz-Santa Cruz, a las ocho de la mañana se sube una mujer que pregunta cuánto tardará pues ha de empezar su jornada laboral a las nueve. “Lo que la cola permita, pero no menos de una hora”, es respondida. En su asiento, la mujer mira su reloj constantemente.
En efecto, la cola es la habitual de lunes a viernes. En esa fecha, llegó a las nueve y cinco. La mujer se baja apresuradamente en el intercambiador y se dirige sin dilación hacia el tranvía.
Antes de subirse, hace una llamada desde su teléfono móvil y casi implorando, dice:
-¡Pero, jefe, es que acabo de llegar! Es que salió a las ocho. Yo no tengo culpa. Usted me dejó claro cuál era el horario pero compréndame... si la guagua se retrasa, es un problema.
Apagó el teléfono, accedió al vagón, cerró el bolso y se hundió en uno de sus asientos. Miró a su alrededor buscando algún tipo de compadecimiento. Empezó a llorar, moviendo la cabeza, con síntomas de rabia e impotencia:
-Me han despedido, coño, no es justo, no es justo... Y ahora ¿qué hago?
Real, como el atasco mismo.

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