Es
probable -ojalá- que alguien se haya acordado y en plena tramitación
de los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma promueva que
un grupo parlamentario presente una enmienda para desbloquear y
asegurar la financiación de la actuación. O es probable -ojalá-
que los responsables hayan hecho la correspondiente previsión y
consignaran la cantidad que asegure la ejecución, siquiera en una
primera fase.
El
caso es que la ampliación del Jardín Botánico -en el Puerto de la
Cruz, aunque se denomine de La Orotava- sigue ahí, iniciada,
inconclusa, vegetando (¿nunca mejor dicho?), a la vista -la misma
vista- de turistas repetidores o de ciudadanos nativos que se han
cansado de tanta desidia, de tanta incapacidad inexpresada y dan
aquel terreno -reservado el Plan General de Ordenación para esa
finalidad- por inútil -bueno, los Reyes de España en 1985
aterrizaron en un helicóptero cuando lo habían sembrado como una
alfombra verde-, aquel terreno donde se ven muros hormigón vista de
construcción inacabada, un portalón lateral del que se espera
funcione su dispositivo mecánico de apertura, arboleda desigual solo
tratada con agua de lluvia y un murallón de piedra envolvente de
todo el recinto.
Es
inevitable la sensación de estar reiterando esta entrada, de haberla
escrito antes, de haber afrontado este asunto en ocasiones varias.
Han pasado años, sigue discurriendo el tiempo y la asignatura está
igual de pendiente. Cambiarán los cargos y los nombres, modificarán
las consignaciones y hasta la denominación de las partidas, pero las
obras ni se inician ni se completan. Es para creer en maldiciones,
pero más allá de las manos negras, debe haber, sobre todo,
inhibiciones, pasotismo, aplazamientos, prioridades inversas,
bloqueos, mareo de avestruces y todo eso que va contribuyendo al
empantanamiento, hasta alimentar la frustración e ir desilusionando
hasta dar por perdida la empresa o quedar a la espera de que alguien
haga memoria y consigne u otro alguien enmiende con la esperanza de
que todas las agonías se pueden alargar.
La
ampliación del Jardín Botánico durme un letargo demasiado largo.
El municipio donde está enclavado precisa de impulsos y de gestión
para innovarlo. El lugar constituye un recurso científico y
turístico extraordinario. Solo falta voluntad política y
decisión...
Perdón,
te estás repitiendo.
Bueno,
hay que seguir intentándolo -las veces que haga falta- hasta ver
culminado por entero un proyecto con el que igual no sueña mucha
gente pero que entraña una indudable interés colectivo y un
aliciente máximo para proyectarlo.
1 comentario:
Si el que escribe se repite,
algo falla en la gestión,
y si no vemos acción,
bien empleado el envite.
Es menester que medite
el gestor adormilado,
si quiere que de buen grado
de su labor opinemos,
de lo contrario diremos:
¡Qué sueldo desperdiciado!
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