Es
evidente que las redes sociales han multiplicado la difusión de las
noticias falsas, un fenómeno que ha minado considerablemente la
confianza de los consumidores de información. Casi la mitad de los
ciudadanos de la Unión Europea (el 46 % de media en 2016) se informa
por medio de las redes sociales y seis de cada diez tienden a
compartir estas noticias sin haberlas leído o comprobado su
veracidad. El panorama, desde ese punto de vista, es para echarse a
temblar. No es de extrañar que youtube,
el
canal de imágenes propiedad de google,
con
mil ochocientos millones de usuarios diarios, haya decidido el pasado
mes de junio retirar miles de videos y grabaciones que abogan por
ideas neonazis, supremacistas blancas y otros mensajes de odio. Esta
política profundiza en la que ya había establecido la prohibición
de imágenes con contenidos violentos o de odio por razones de edad,
género, creencias religiosas, estatus migratorio u orientación
sexual. El desmadre -también en algunas islas, donde hay odiadores
manifiestos-, en medio de tanta permisividad, tiene que parar, aunque
no falten voces que, refugiadas en la libertad de expresión
-¡cuántos desmanes en su nombre-!, alertan de recortes y censuras.
El pasado año, el alto comisionado
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad, se
mostró partidario de que las redes sociales adoptasen medidas contra
los discursos de odio o aversión, bloqueando incluso de forma
proactiva aquellos contenidos, manifiestos u opiniones que se
distinguieran por tal característica. Y ahora han sido los
principales dirigentes o responsables de los medios públicos de
comunicación los que alertan sobre la urgente necesidad de asegurar
la soberanía digital en Europa, a la vista de la creciente
polarización y el aumento de organizaciones extremistas que no dudan
en aprovechar esa insidiosa propagación de la desinformación y el
mismo discurso de odio para acentuar la desconfianza en las
instituciones y en los medios de comunicación.
En efecto, la administradora única
de RadioTelevisión Española (RTVE), Rosa María Mateo, figura,
junto a Tony Hall, director general de la BBC y presidente de la
Unión Europea de Radiodifusión (UER); y Delphine Ernott, consejero
delegado de France Télévisions y vicepresidente de la UER, entre
los firmantes de un comunicado conjunto en el que se advierte de la
rápida proliferación de plataformas globales sin una regulación,
que “es también un fértil caldo de cultivo para difundir mensajes
que manipulan, tergiversan e incluso influyen en el curso de las
elecciones”.
En
el comunicado se señala que los valores de la libertad de expresión
y del pluralismo informativo, compartidos en las democracias de la
Unión, se están viendo amenazados. Por eso, “afrontar
la expansión de las “noticias falsas” y la desinformación es
absolutamente crucial. Pero no es suficiente para asegurar que las
personas tengan acceso a una pluralidad de opiniones. Europa necesita
un entorno digital justo y transparente, construido sobre el
reglamento general de la protección de datos (GDPR) si es que
queremos asegurar la soberanía digital”, dicen los responsables de
medios públicos europeos.
Hay que
preparar, pues, a Europa para una nueva Era Digital. Entonces, todo
da a entender que hay que determinar “cómo afrontar estos cambios
constantes, de manera que se mantengan y respeten nuestros valores y
haga que los ciudadanos europeos estén preparados para el futuro”.
Para unas democracias sanas y de mayor calidad, para evitar abusos de
los poderes públicos y para acabar con fenómenos tan nocivos, como
el de las noticias falsas, el objetivo es primordial.
1 comentario:
No puedo estar más que completamente de acuerdo con esta opinión. Queda saber como habrá que hacer para que las redes sociales no se conviertan en el Gran Hermano.
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