Joan
Molas, que de turismo sabe un rato, no en vano fue director de hotel
a los veintidós años y consejero delegado de H10 Hotels durante
tres lustros, actualmente presidente de la Confederación Española
de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) y del Instituto
Tecnológico Hotelero (ITH), fue claro y directo cuando espetó a
empresarios y profesionales del sector que, en medio de la digestión
del impacto del cierre de Thomas Cook, hay que pensar en la Zona
Especial Canaria (ZEC) para que el Gobierno autónomo haga valer sus
ventajas como zona de baja tributación que favorezca el desarrollo
económico y social del archipiélago. Recordemos, en efecto, que con
el límite de la normativa comunitaria en materia de acumulación
de ayudas y bajo ciertas condiciones, las ventajas fiscales de la ZEC
son compatibles con otros incentivos fiscales del Régimen Económico
y Fiscal (REF) como la Rserva para Inversiones, la Dedución por
Inversiones y las Zonas Francas.
Dijo
más Molas, amén de pronosticar que la próxima World Travel Market
(WTM) de Londres iba a ser muy divertida tras lo ocurrido: lo más
importante es asegurar la conectividad pues no se sabe bien qué va a
pasar con los nórdicos (es básica la supervivencia de Condor) y se
hace necesario contar con un balance comparativo que hagan las
compañías aéreas para saber en qué condiciones deben afrontar los
receptivos el próximo verano. Como si la sacara de la chistera,
sugirió que había que recuperar la marca germana Neckermann,
vinculada al turoperador británico quebrado. Y hasta recomendó una
campaña de comunicación, incentivadora de la sensibilización y el
afecto hacia el mercado británico, cuya fidelidad es notable: uno de
cada dos turistas viene a Canarias, en concreto a dos islas, Tenerife
y Lanzarote.
De
modo que habrá que tener en cuenta sus apreciaciones, sobre todo
cuando soplaban vientos de decepción en el sector, a la espera de
que las administraciones adoptasen medidas de choque que sirvieran
para paliar los efectos del cierre de Thomas Cook, incluidos
(permitan el apunte) los de los inescrupulosos ejecutivos de la firma
que se esmeraron en sacar unos cuarenta millones de euros momentos
antes de la declaración de la suspensión de pagos. Soplaban y,
probablemente, soplarán vientos de decepción, aunque la sobremesa
de ayer tarde deparaba la buena nueva de las primeras medidas
adoptadas por la Comisión Interministerial que deberán plasmarse en
los acuerdos del Consejo de Ministros del próximo viernes. Todo no
iba en alimento de las preocupaciones que lucen en las entrañas del
sector. La diligencia, un acierto.
La
ministra del ramo, Reyes Maroto, explicó que el ejecutivo quiere
poner en marcha un plan de choque para dar respuesta, entre otros
asuntos, a las mermas de conectividad, de empleo y demanda, así como
a la falta de liquidez de empresas y autónomos, independientemente
de la estrategia jurídica por parte del Estado para defender a los
afectados y a los consumidores. Buena parte de los contenidos del
plan coinciden con las medidas urgentes que el sector quería
trasladar a las administraciones. Baleares y Canarias, como se sabe,
son las comunidades más afectadas.
Superado
el impacto, o sea, a la espera de que las medidas gubernamentales
sean satisfactorias, tendrán que esmerarse sus operadores turísticos
y los actores sociales, empresarios y sindicatos de trabajadores, en
que hay una gran transformación del sector a corto plazo. El mercado
actuará en pocos meses con operadores más preparados, dijo Joan
Molas, con una visión de futuro muy rigurosa y basada en la
experiencia. Luego, las respuestas deben ser sólidas y seguras, no
tibias. Ahí tienen el auge de los destinos competidores, a los que
ya se suma Marruecos, con su exotismo por descubrir y con unos
precios de mercado ciertamente tentadores.
Asi
que, a aplicarse con la ZEC, la innovación y los efectos revulsivos.
La reformulación del paquete turístico es un hecho.
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