Sin noticias del colectivo de las Kellys tras una temporada alta de verano casi a máxima actividad. Las Kellys, para quienes aún lo desconozcan, es una asociación autónoma que apuesta por la autoorganización, integrada por camareras de piso y por amigos y familiares de éstas. Su objetivo: dar visibilidad a la problemática de este colectivo de trabajadoras de la rama de hostelería y contribuir a la mejora de su calidad de vida.
Su lucha se ha ido modulando. Posiblemente influya el que las reivindicaciones se orienten más hacia las demandas legales que a las protestas, que son efectivas en lo inmediato ya que llaman la atención de los medios, pero que a corto plazo pierden interés salvo para los restos del periodismo de investigación.
También se acerca el fin de la
prohibición de despidos, por la finalización de los ERTES y eso quizás haga que
el colectivo piense que es bueno que el miedo guarde la viña y consolidar y/o
proteger a los activistas: la vieja táctica de dos pasos adelante y uno atrás
sigue siendo válida.
En un sector como el hotelero, que cada vez se orienta más al lujo y al glamour (influencers y postureos en redes sociales ayudan), destaca muy negativamente, según nos hacen llegar algunas afectadas, el trato de algunos establecimientos para con el colectivo.
Pongámonos en el entorno económico:
-Aumento de precios de los hoteles
en 2022 (con respecto a 2019), entre un
treinta y un cincuenta por ciento.
-Inflación de un diez por ciento.
-Aumento de la productividad exigida.
(Número de áreas / habitaciones a limpiar).
-Alta temporalidad y subcontratación.
Pero ... aumento de salarios: un 2,5 %.
Pongámonos en el entorno personal:
-8 horas laborables
-Traslados diarios al puesto de trabajo
-Labores añadidas como ama de casa
(los varones aún no ayudamos lo suficiente)
-Cuidado de hijos.
Todo esto agravado en caso ser familia monoparental.
Se sobreentiende que desde los
despachos se establecen fácilmente ratios a exigir, pero si alguien desea
experimentar lo duro que es el trabajo, no tiene más que coger un carro de
camarera y cumplir en 8 horas con los objetivos marcados.
Al final de la jornada, comprobará cómo sus lumbares le
felicitan por la gran idea.
El trabajo exige mover pesos,
trasladar objetos, infinidad de flexiones y torsiones. Las lesiones en
cervicales, espalda, muñecas, articulaciones y otras son desgraciadamente muy
habituales. Cierto que los comités de Higiene y Salud han mejorado mucho las
condiciones, pero es necesario insistir, especialmente en medidas preventivas.
El sector, por otro lado, está a la espera de cómo se despejan los nubarrores que inspira el conflicto de Ucrania. Todo da a entender que Rusia va a seguir ocasionando incertidumbres. Algunos países europeos adoptan medidas ante la cerrazón de Putin. Todo da entender que será un invierno “calentito”. Y eso hace que nos replanteemos, por enésima vez, que la crisis es igual a una oportunidad. Al menos para Baleares y Canarias.
Si ya históricamente uno de los
motivos de recibir visitantes eran los altos costes de la energía necesaria
para calentar los hogares, dicho coste puede ser astronómico este invierno en
Europa.
Entonces, buenas previsiones en
principio para esta temporada de invierno, a verificar cuando se confirmen los
‘slots’, en un entorno general de fuerte aumento de precios y costes en el
sector. Pero atentos, porque hay otras consideraciones que no se pueden perder
de vista, por ejemplo, la proliferación de alquiler vacacional ilegal y la
propia creación de empleo si no se combate el fraude fiscal. La inspección del
Gobierno autónomo y de los cabildos debe operar con efectividad. Es difícil,
está claro, el trabajo de las Kellys en alquiler vacacional.
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