Ayer por la mañana, casi con las primeras luces del alba, por supuesto con la mosca detrás de la oreja, pendientes de que las autoridades emitieran sus últimos informes y recomendaciones, que el paso de la tormenta o lo que evolucionó aún no había concluido, las primeras reflexiones nos llevaban a decir que, por primera vez, en mucho tiempo, la sociedad canaria se había comportado como una sociedad moderna, había dado una respuesta muy estimable ante una contingencia atmosférica adversa, siguiendo atentamente las indicaciones de las autoridades y cumpliendo con las determinaciones orientadas a evitar desgracias o desastres.
También
cumplieron las administraciones públicas competentes en un ejercicio coordinado
de comunicación de prevenciones que se desarrolló –a tener en cuenta-
preferentemente en redes sociales y en los medios informativos convencionales.
Fue el acento puesto en la precaución, las veces que hizo falta con tal de
superar el trance.
La experiencia,
a la espera de que no se complique o registre lunares postreros que echarían
por tierra estos gratificantes resultados, debe ser tenida en cuenta, incluso
con ánimo de enriquecerla. No son solo las características principales de un
destino turístico. Son también las indicaciones que debe recibir la población
nativa y residente, obligada a saber conducirse entre emergencias, catástrofes
y situaciones tensas o delicadas (La erupción de La Palma del último trimestre
del pasado año acaso sea el mejor ejemplo).
Por eso dijimos
en comparecencias audiovisuales que habría que madurar la idea de enseñar a la
población mediante prácticas (incluso sobre el terreno o en los escenarios más
idóneos), cómo desenvolverse antes de que fuera declarada la emergencia o una
vez se desatara. Se trata de unos principios elementales de protección civil
bien sistematizados en comunidades vecinales, bloques de viviendas y entidades
mínimamente organizadas. Esto se hace ya en muchos países de la Unión Europea y
sudamericanos, es decir, clases o sesiones prácticas en las que se enseñe a
colocar un arnés o a tender un puente que cruce una riada o una barranquera. El
personal experto o reconocido en los cuerpos correspondientes tendría a su
cargo la enseñanza o el despliegue adecuado para prepararse con tal de superar
las dificultades y las situaciones límite. Sin bromas y sin burlas facilonas
cuando estén en plena didáctica.
Sabes qué
hacer, establecer las prioridades, manejar instrumentos que luego son decisivos
en una tarea de rescate o salvamento. Las corporaciones locales, en sus planes
de protección y salvamento, deberían esmerarse concediendo a las concejalías o
departamentos correspondientes, la atención y las dotaciones que sean menester.
Canarias ya no va a ser como antes y requiere del esfuerzo de administraciones
públicas y de su población para saber cómo actuar cuando está en peligro la
integridad física de las personas o su propìa vida. Es necesario algo más que
el voluntarismo o el heroísmo. Es indispensable prepararse. Hay que tener
conciencia de lo mucho que está en juego.
1 comentario:
Felicitar a las autoridades por la eficiencia demostrada frente al temporal y aceptar la recomendación que en el último párrafo de su artículo, proporciona García Llanos para alcanzar un mayor nivel en la protección, salvamento y rescate mediante cursos de adiestramiento para la población.
Zoilo López
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