Como se ha comprobado, las redes sociales ofrecen inmediatez en la información, lo que cada vez resulta más complicado con un medio impreso. Son utilísimas para obtener, no solo información, sino conocimientos en muchas esferas del saber; pero son el medio más expedito para la difusión de noticias falsas y tendenciosas, ante lo cual se debe estar siempre atento para no hacerse partícipe de algo que pudiera ser deshonesto. Eso, por supuesto, no es culpa de las redes sociales.
Ante la crisis de los medios impresos, especialmente de los periódicos, las denominadas redes sociales han llenado el vacío que estos han dejado. En varios países, por ejemplo, muchos diarios desaparecieron, y otros se convirtieron en portales digitales, accesibles en las redes sociales, lo cual habla por sí solo de la importancia de tales redes.
El licenciado en Comunicación Social (cum laude) por la Universidad Católica de Maracaibo (Venezuela), docente universitario y estudioso del lenguaje oral y escrito, David Figueroa Díaz, asegura que nunca ha negado el apoyo que en materia de comunicación han brindado y brindan las redes sociales; pero ha tenido el cuidado de advertir que esa bondad tecnológica “no puede usarse de forma libérrima, pues el impacto pudiera ser igualmente provechoso que dañino”.
Dice Figueroa que en materia de lenguaje, la situación es muy peculiar e interesante: “Abundan los errores gramaticales y sintácticos, dado que muchos usuarios habituales son personas que no manejan con facilidad el lenguaje que emplean, aunque es justo reconocer que en paralelo a las múltiples impropiedades lingüísticas, hay contenidos en los que se evidencia que sus autores son personas conocedoras de la expresión oral y escrita. Hay muchos «caza gazapos» que siempre consiguen errores en donde no existen”.
Por ejemplo, antes de las últimas elecciones presidenciales en Venezuela, Figueroa, atento observador y analista de los usos lingüísticos, publicó en uno de sus canales de mensajería móvil, una advertencia sobre lo inadecuado que es decir o escribir «comicios electorales», por la sencilla razón de que todo comicio es electoral. “Eso provocó que un gran amigo mío me remitiera captura de pantalla de unos tuits en los que un conocido periodista venezolano, hijo de un legendario político y estadista, cuestionara el uso la frase «voy a surtir gasolina», muy usada en Venezuela, derivada de la escasez de combustible”.
Explica Figueroa: “Habría que saber (no lo dice en los tuits), cuál criterio utilizó para cuestionar la referida expresión, dado que si hubiese revisado cualquier diccionario, por muy elemental que sea, habría encontrado que surtir es sinónimo de proveer, aprovisionar. Deberá entenderse que «surtir gasolina» es una frase reticente, acortada, apocopada, que lleva implícita la noción de equipar, de «tanquear» o repostar combustible, que en el contexto en el que ocurre, se refiere a un vehículo automotor, motocicleta u otro”.
Establece el autor una premisa: se debe tener muy presente el contexto en que es utilizada una palabra. Añade que “la sinonimia de las lenguas no es perfecta, y por eso existen vocablos que en unas circunstancias son sinónimos, y en otras no. Pero lo de surtir gasolina no es un asunto de imperfección sinonímica, sino de sentido común, de no creerse dueño de la verdad, y de apercibirse de los conocimientos necesarios para emitir una observación”.
Cree que el periodista amigo se precipitó en su cuestionamiento. Y es que ser periodista no implica que quien desempeña el oficio de diarista deba ser un catedrático del idioma; pero debe conocer lo básico y lo elemental que le permitan una redacción clara, amena y sencilla, sin pretensiones de erudito.
Así pues (Figueroa dixit) no hay ningún problema en que alguien diga que va a surtir gasolina, pues es una de las tantas formas con las que se puede expresar la necesidad llenar el tanque del vehículo. Lo demás, acaso sea frivolidad e impertinencia.
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