Cien invitados compartieron la cena de gala que ofrecieron los propietarios del hotel Botánico (5 GL) & The Oriental Spa Garden, Wolfgang y Birgitte Kiessling, con motivo del cincuenta cumpleaños del prestigioso establecimiento portuense, al que dentro de unos meses se unirá el rehabilitado antiguo hotel Taoro para cualificar la oferta turística del destino. Para entonces ya serán tres los hoteles de la máxima categoría en la ciudad turística y se cumplirá aquella suerte de pronóstico/propósito que formulamos ante el sector en una masiva reunión a los pocos días de tomar posesión de la alcaldía en 1979. Entre los asistentes, empresarios, ejecutivos turísticos, políticos, ex directores y empleados que disfrutaron de una noche llamativa, a la altura de la excelencia que se respiraba apenas recibir la original invitación. Gelatina de rabo de buey con caviar, sopa Tom Ka Khai con pollo de corral, sorbete de manzana al Calvados, meloso de cochino de pata negra con puré trufado y miniverduras ecológicas, peras al Barolo, café y mignardises, todo regado con vinos de denominación de origen, menú de la cena de este hotel, miembro de la alianza mundial ‘The Leading Hotels’.
La historia del hotel Botánico, apenas a cincuenta metros del Jardín de Aclimatación, en la avenida del Marqués de Villanueva del Prado, está llena de episodios y visitantes ilustres. Aún recordamos el impacto que significó su inauguración, cuando en la época dorada del turismo portuense, suponía un salto cualitativo para redondear una oferta diferenciada en un marco difícilmente igualable. Hablar del Puerto de la Cruz era también hablar del hotel, con su exotismo, su verdor y su confort. Primero fue Hotasa, con Adolfo Mathías Gil; después vino Rumasa, cuando Ruiz Mateos hizo crecer su imperio artificial con intentos de proyectar las imagen y las bondades de la marca, hasta que los Kiessling se hicieron con la propiedad, en una operación bien negociada pero que requería de un proyecto de reacondicionamiento que afrontaron conscientes de que era una joya a cultivar y unas encantos que merecían un tratamiento singular.
En la historia del establecimiento figura, por derecho propio, el privilegio que significó alojar a seis jefes de Estado (la creme de la creme de la realeza europea) que concidieron para presidir la inauguración de las instalaciones del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Desde el hotel y desde un helipuerto habilitado en los terrenos de la ampliación del Jardín Botánico -las obras, lastimosamente, aún no han sido completadas-, funcionó un formidable operativo de desplazamiento terrestre, con intervención puntual de la Guardia Civil y de la policía local portuense cuya jefatura ya ejercía Francisco Gómez Pérez.
Más ilustres engrosan el libro de huéspedes del Botánico, cuyos jardines acogieron galas de Carnaval y espectáculos del Festival Internacional de Cine Ecológico y de la Naturaleza. Allí se hicieron las célebres “Cenas del Botánico” y por allí desfilaron Bill Clinton, la reina Sirikit de Tailandia, Rafael Caldera y famosos de la talla del doctor Puigvert, Montserrat Caballé, Silvester Stallone y la actriz Carmen Maura, con la que no pudimos cenar una noche por no disponer de atuendo apropiado (contingencia felizmente solventada por Carmen (Cuca) García de Vinuesa). Y allí se alojaron las expediciones del Real Madrid cuando las dos ligas perdidas en esta isla. La estancia de Michael Jackson un fin de semana poco menos que revolucionó la isla y a grandes contingentes de jóvenes. Las paredes de las plantas nobles del hotel, por iniciativa de sus actuales propietarios, son una pinacoteca de postín, con obras de arte muy valiosas, entre ellas de Pepe Dámaso, César Manrique, Pedro Guezala y Cristino de Vera.
Wolfgang Kiessling, firme octogenario, dijo en su breve parlamento que el suyo al frente del hotel “ha sido un camino lleno de éxitos, pero también de muchos desafíos que hemos superado”. Vaya que sí. El último, la cena conmemorativa de ese medio siglo tan rico, tan histórico y tan pletórico de excelencias.
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