lunes, 30 de diciembre de 2024

Sobre la desinformación

 

La difusión de información falsa con la intención deliberada de engañar y manipular es una práctica con antecedentes históricos. A lo largo de la historia, ha habido miles de casos, pero el término ‘fake news’ o noticias falsas se popularizó en 2017 hasta el punto de ser elegida 'palabra del año' por el diccionario Collins.

Debido a su popularidad, la locución ‘fake news’ se utiliza cada vez más, pero instituciones internacionales como la Comisión Europea o la UNESCO prefieren evitar el término, pues se trata de un oxímoron promovido por el propio Donald Trump con el objetivo de desprestigiar a los medios de comunicación y optan por hablar de desórdenes informativos. La entidad ‘First Draft’ (un sitio digital que se formó como una coalición sin fines de lucro en junio de 2015 para crear conciencia y abordar los desafíos relativos a la confianza y la verdad en la era digital. Estos desafíos son frecuentes en salas de redacción, organizaciones de derechos humanos y empresas de tecnología social, y también en sus audiencias, comunidades y usuarios), en su ‘Guía para entender el trastorno informativo, clasifica la desinformación en tres tipologías: la desinformación propiamente dicha, la información errónea y la mala información.

De la desinformación, ya en términos de industria, ha escrito uno de sus estudiosos, el investigador y profesor del Centro de Filosofía e Historia de la Universidad de Boston (USA), Lee McIntyre. Es su segunda obra sobre el particular. Ya publicó en 2018 ‘Posverdad’ (Crítica), libro en el que desglosa la evolución de la factoría global de hechos alternativos para concluir en el impacto que produjo en el resultado del brexit y en la primera victoria electoral de Donald Trump. Ahora, la misma editorial anuncia la aparición a principios del nuevo año, de la obra ‘Sobre la desinformación’, en la que profundiza en torno a diversas claves para luchar por la verdad y proteger la democracia, la gran perjudicada en todo el desbarajuste derivado.

El profesor McIntyre, según recoge el redactor jefe de Comunicación y Medios de El País, Quino Petit, parte de una idea básica y explica:

“La idea clave es: no mientas, polariza. Crea un repositorio de noticias. Explota cualquier agravio y resentimiento preexistente. Haz que todo sea ‘si no estás conmigo, estás contra mí’. El otro bando no solo es parcial, sino que miente. Son malas personas. Tal vez incluso merezcan ser agredidos físicamente o encarcelados. En ese entorno, se puede vender una versión alternativa de la realidad, aunque no haya ni una prueba que la respalde y una montaña de pruebas que sugieren que no es cierta”. 

A la espera de que en España entre en vigor el Plan de Acción por la Democracia aprobado por el Gobierno y de que consoliden en toda la Unión Europea (UE) la Ley de Servicios Digitales y El Código Europeo de Buenas Prácticas en Materia de Desinformación, Petit estima que los propios medios deberán atender a señales de alarma como la que lanza el Instituto Reuters en su informe anual pues “el desinterés por las noticias alcanza un récord histórico global, mientras que en España el desapego sube ocho puntos respecto al año anterior y predomina una inquietud generalizada por la desinformación”.

Esta es la cuestión. Aguardemos al contenido de ‘Sobre la desinformación’.



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