Al mejor estilo de la derecha envalentonada, gesticulación incluida para adornar la representación. Un consejero del Gobierno de la Comunidad de Madrid presidido por Isabel Díaz Ayuso, Enrique Ossorio, sigue buscando a los pobres de Madrid (un millón y medio, según el informe anual de Caritas), a las personas en riesgo de exclusión, después de una infortunada intervención, secundada por la inefable presidenta. No bastaron las críticas de los grupos de oposición ni los testimonios de entidades del Tercer Sector ni de personajes o cargos públicos. Ni tampoco el tirón de orejas, el variscasillo apenas que propinó la Iglesia católica por medio del arzobispo de la región de Madrid, Carlos Osoro, quien pidió, sencillamente, reconocer a los pobres, a las personas que, en situación de pobreza, “tenemos a nuestro lado, para ofrecer respuestas reales”.
Siguen buscando. Que se esmeren porque la intervención no ha podido ser más infortunada. Al mejor estilo clasista y excluyente de quien se sacude las responsabilidades tirando por elevación, antes que debatir y analizar los informes que estarán bien fundamentados pero cuya credibilidad pretenden menoscabar a base de afirmaciones como las que se han leído y escuchado. Para eso, ellos prefieren seguir conviviendo “en la región más rica de España”. Y se quedan tan frescos: ¿conocerán el significado de la palabra solidaridad?
“Estos informes –declaró el consejero Osoro- hay que leerlos con muchísima atención. Estamos para resolver problemas a la gente más necesitada y ponemos el máximo interés en este tipo de informes. Lo que pasa es que a veces sales a la calle y ves y dices “Esto que dice el informe, como que no lo veo”.
Por eso decimos que sigan buscando, que dediquen afanes a un objetivo tan noble como es “resolver problemas a los más necesitados” y poner en marcha medidas prácticas y sostenibles, bien fundamentadas, sin incurrir en la antigua beneficencia o en la caridad mal entendida.
Claro, se exponen a que expertos como Pedro Cabrera, catedrático de Sociología de la Universidad de Comillas, investigador durante casi cuatro décadas de situaciones de pobreza y exclusión social, les rebata negro sobre blanco: “Cualquier académico sabe que la exclusión es más que la pobreza. Lo sabe Eurostat, el INE y cualquier estadística”.
El profesor Cabrera dio un paso más:
“Siendo consejero de Educación, demuestra Ossorio poco nivel técnico y un nivel o ínfimo al descalificar el programa Foessa (de Cáritas) que es el más completo, objetivo de independiente que hay en el país. Participan ciento cincuenta investigadores de ocho universidades e institutos, lo que le da un carácter de estudio independiente que no tiene otro, y además se prolonga durante décadas, lo que nos permite hacer una visión longitudinal sobre la pobreza masiva y la exclusión galopante de este país”.
El catedrático continuó: “Que [Ossorio] se permita decir que no ve pobres, demuestra su ceguera, y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Es una persona culta que ocupa una posición de relevancia, y sus declaraciones no pueden ser más que un empeño de su voluntad de no querer ver la pobreza y además en querer matar al mensajero, respetada por todo el mundo académico. Los pobres existen. Si no los ve, es que no los quiere ver o que se mueve en espacios de privilegio, o donde no tiene ocasión de cruzarse con los espacios de la periferia, marginalidad y ocultamiento”.
¿Para qué más explicaciones? Sigan buscando.
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