sábado, 5 de marzo de 2022

Atención primaria

Sin echar campanas al vuelo y siempre atentos por lo que pueda suceder, sobre todo si aparece una nueva variante del virus, la emergencia sanitaria en nuestro país tiene mejor cara. La evolución de las últimas fechas es más favorable, como lo indican las cifras indicadoras.

En España han sido registrados 10,7 millones de casos confirmados de Covid-19 y solamente 541.431 pacientes (el 5,0 %) ingresaron en hospitales, según el último informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave) del pasado 16 de febrero. La red de atención primaria atendió, por tanto, a más de diez millones de personas con Covid-19. Incluso restando los pacientes asintomáticos que no se pusieron en contacto con su centro de salud, la Covid-19 ha supuesto un enorme esfuerzo asistencial para la red de atención primaria.

Pero hasta la aparición de ómicron, la atención primaria ha estado poco visible por medios y responsables sanitarios. Por fortuna, los propios ciudadanos han puesto las cosas en su sitio en el sociobarómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de diciembre 2021. Sus resultados muestran que, a lo largo de la pandemia, el 58% de las personas con síntomas de coronavirus acudió a su médico de familia, el 7,5% a las urgencias de la atención primaria y sólo el 11% a las urgencias del hospital. Más de diez millones de personas atendidas es una cantidad considerable.

Y ello hace que nos detengamos en la importancia de la atención primaria en nuestro país. Su pérdida progresiva de recursos y presupuestos empequeñece las reformas iniciadas en la década de los ochenta del pasado siglo. Algunos estudiosos y profesionales valoran que los médicos jóvenes rehuyen la medicina de familia, que solo un puñado entre los primeros en el ránking MIR, con fuerte vocación, eligen. El resto, entra en medicina de familia porque no ha podido elegir una especialidad hospitalaria. Son los mismos que advierten que los hospitales “están cada vez más tocados por la gracia del brillo tecnológico”. Como consecuencia, a pesar de que cada año hay casi dos mil nuevos especialistas en medicina de familia, una parte muy considerable busca salida profesional en urgencias de hospital, en la red privada o fuera de España.

No todas las Comunidades Autónomas pusieron el mismo énfasis en la atención primaria durante la pandemia. Solo en algunas la atención primaria fue protagonista activa de la estrategia de prevención (test, rastreo y aislamiento), y asumió un papel decisivo en la campaña de vacunación. En unas cuantas incluso se potenció la función comunitaria de la la atención primaria en colegios y residencias. Según un informe de la Comisión Europea (CE), más del 70 % de la población española ha tenido alguna consulta telemática desde que comenzó la pandemia hasta marzo de 2021. A los responsables sanitarios sólo les preocupó sensiblmenete la eventual saturación hospitalaria y los medios poco se han interesado por la repercusión en los centros de salud. Tuvo que llegar una explosiva sexta ola de la variante ómicron para que medios y políticos reconocieran la devastación en estos últimos.

En consecuencia, hay que seguir aprendiendo de las lecciones de la pandemia para la atención primaria. Se ha comprobado que la vacunación, por muy masiva que sea, no detiene la transmisión comunitaria, lo que cuestiona algunas intervenciones, como por ejemplo, del denominado ‘pasaporte Covid’. Dicen los expertos que se necesita inversión multimillonaria (en tecnología, en ladrillo y en personal), rediseño del modelo, introducción de nuevos perfiles profesionales, cambios de actitud y respeto a los atributos nucleares de la atención primaria de salud (especialmente la longitudinalidad). Pero, sobre todo, mayor autonomía de sus profesionales con rendición de cuentas.

En definitiva, más atención y más recursos para la atención primaria. Empezando por aligerar la red sobre la que funciona.



 

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