Las cifras que se van conociendo del conflicto en Ucrania, en todos los órdenes, asustan. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha solicitado ya más de mil quinientos millones de euros para responder a la emergencia dentro y fuera de territorio ucraniano. Y es que más de doce millones de personas necesitarán ayuda humanitaria tras la reprobable invasión rusa. Fuentes de la ONU hablan también de otros cuatro millones de refugiados en los países vecinos. Hasta el pasado martes 1 de marzo, según ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, organismo de las Naciones Unidas encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos, y promover soluciones duraderas a su situación, mediante el reasentamiento voluntario en su país de origen o en el de acogida, habían salido por las fronteras ucranianas más de doscientas mil personas.
Nos parecen cantidades desbordantes para acometer cualquier obra de atención. Una obra ingente. Un dato concreto para entenderla: con parte de esos mil quinientos millones –mil cien para ser exactos- la labor humanitaria llegaría a seis millones de personas durante tres meses. La asistencia engloba desde la entrega de dinero en efectivo a la reconstrucción de vivienda, pasando por necesidades de materia de alimentación, agua y saneamiento, educación o atención médica.
Las imágenes lo dicen todo. Es una tragedia humana. El secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, ha afirmado que "es la hora más oscura para la gente de Ucrania" y, por tanto, cree que es momento de "responder con compasión y solidaridad" frente a una emergencia que no deja de crecer conforme pasan las horas. El drama se vive allí, en estaciones de metro, en pasadizos subterráneos, en rudimentarios cobertizos autoconstruidos, sin apenas aire entre el sonido aterrador de las explosiones y las sirenas.
Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, ha advertido de que, si la situación no mejora, la de Ucrania "podría ser la mayor crisis de refugiados de este siglo". Así, aunque ha agradecido la solidaridad de los países vecinos, que ya acogen a más de 600.000 personas, ha avisado de que es necesario "mucho más apoyo”.
Así, un primer plan de respuesta lanzado el pasado martes cifra en 550,6 millones de dólares sólo los proyectos que son necesarios para atender a los refugiados en Polonia, Moldavia, Hungría, Rumanía y Eslovaquia, así como en otros países de la región que no necesariamente tienen que ser vecinos a Ucrania.
Ya
lo ven quienes quieren entretenerse con hazañas bélicas. Estas son
las primeras consecuencias. Sufren los pueblos, sufre la ciudadanía.
Ya podrían dedicar esfuerzos a causas más nobles. Porque estas
cifras, sin duda, se incrementarán. Una tragedia.
2 comentarios:
Las guerras, sobretodo las de invasión han sido siempre una auténtica desgracia, una lacra. En una sociedad globalizada la guerra, por distintos motivos, la pagamos todos, con vidas, con sufrimientos y con dinero de nuestro trabajo. La mayoría de guerras se deben a religiones e ideologias, eso es un hecho. ¿Por qué los seres humanos, incluidos los cultos, caen en la espiral del fanatismo? Una pregunta que necesita años y buena voluntad para ser respondída al completo.
DOMBÁS
«Ucrania cortó todos los suministros, agua, luz, gas...y prohibió transportar alimentos al Dombás. Nos quedamos sin nada, pero, después, Rusia los restableció. Ellos mandaban los camiones blancos con comida y materiales de construcción para ayudarnos a arreglar las casas». A pesar de que Elena hace hincapié en que la gente estaba agradecida con los rusos, confiesa que muchos se sentían abandonados por el gobierno: «Vivíamos en guerra continua y la gente no entendía que Putin no hiciese nada. Por eso, ahora, para muchos, esta es la esperanza de que todo termine». Durante los ocho años de guerra, muchos ciudadanos de Donesk pidieron la nacionalidad rusa para poder trasladarse lejos de la zona de conflicto. «Pero no se la daban a todo el mundo como se dice. A mí me la denegaron porque me dijeron que al tener pasaporte español no estaba en la misma situación de vulnerabilidad, ya que podía volver a España. Pero me ayudaron para volver, me pusieron en contacto con la embajada de España en Moscú y me pagaron el viaje para mí y mi hijo». Así, finalmente, en el 2020, Elena regresó a la ciudad herculina. «No trabajo y vivimos en un sitio pequeño y húmedo, pero en paz». Sobre sus hijos, el mayor, de 29 años, vive fuera del país, mientras que el pequeño, de 16, estudia en A Coruña: «Le costó mucho adaptarse, porque no hablaba español, pero este año ya está mejor. Estoy muy agradecida con el colegio, porque le han ayudado mucho. Él tiene secuelas por todo lo que vivió de niño en Ucrania. Los bombardeos eran continuos, yo recogí trozos de los cuerpos de amigos míos que murieron por las bombas. Fue muy duro».
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2022/02/25/elena-hodovaniuk-ucraniana-coruna-era-apolitica-politica-guerra-llamaron-puerta/00031645802575594230656.htm?utm_source=facebook.com&utm_medium=referral&utm_campaign=share&utm_content=00031645802575594230656&fbclid=IwAR1dh4JrnGDutUA9sY1Xt9ualTCRsiPo38nnK4HsQxMNZwWL1GN2hJNlhgI
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