“Es el momento de poner en valor el cuidado de las personas, en un sentido amplio desde el autocuidado hasta el cuidado de la comunidad, de la propia ciudad y del medio ambiente y es el momento de influir en las políticas a desarrollar en los municipios”.
Esta es la conclusión a la que se llega en el foro de debate, convocado por la Fundación Mémora, reflejada en el Libro Blanco de Ciudades que Cuidan que recoge los testimonios y las reflexiones de más de cien expertos en veintidós especialidades para orientar las políticas de las ciudades hacia un nuevo paradigma en el que los cuidado ocupen un lugar central”.
La obra, de trescientas cincuenta páginas, se ocupa del papel que desempeña el cuidado en la sociedad del presente y del futuro. Los participantes en el foro vuelcan sus experiencias y sus reflexiones en unos momentos cruciales y de grandes cambios en la sociedad a medida que se ve afectada por la pandemia, la guerra de Ucrania, la inestabilidad económica, el cambio climático y los flujos migratorios. La idea principal es poner en valor el cuidado como factor que debe vertebrar la sociedad y todas las políticas que se desarrollan, especialmente en un municipio, políticas centradas en dotar de un ampliko soporte a las necesidades de los ciudadanos.
Por muchas razones se habla de sociedad cuidadora, o sea, aquella que abandona el individualismo y piensa en el beneficio colectivo, bajo la premisa de que todos, en un momento u otro de nuestras vidas, podemos ser dependientes y requerir cuidados.
En la introducción del citado Libro Blanco se señala que “el cuidado, como deber cívico, implica conjugar diversos elementos, como su retirada del ámbito tradicional exclusivamente femenino, así como apostar por su reconocimiento y valoración de acuerdo con el bienestar que aporta al conjunto de la sociedad, tanto desde el ámbito privado como en la dimensión pública”.
El tomo, editado por la Fundación Mémora, es, en sí misma, una propuesta multidisciplinar para avanzar hacia sociedad cuidadora. Somos conscientes de que la sociedad de nuestros días está más envejecida. La población tiene una más larga esperanza de vida, muy superior a la que se tenía hace unas cocas décadas. Y claro: han ido surgiendo nuevas necesidades de servicios, donde predomina, por cierto, el anonimato de las personas y donde es difícil establecer relaciones sociales. En ese contexto, aparece la soledad no deseada de las personas como un factor de gran repercusión y preocupación.
Como ya ocurriera con otros fenómenos, el ámbito municipal se convertirá en un escenario decisivo para ir fraguando y modelando la sociedad cuidadora. De ahí, la otra siguiente conclusión:
“Como administración más cercana al ciudadano, los ayuntamientos pueden ser actores relevantes en la detección y puesta en marcha de redes ciudadanas de cuidados, además de potenciar dinámicas participativas y políticas comunitarias, entre otros factores”.
El mundo, principalmente Europa, se prepara para una nueva era en la que es necesario tener presente, de forma prioritaria, algunas circunstancias reseñadas. Si los gobiernos locales han de ser impulsores de los cuidados a personas vulnerables, estamos ante un salto cualitativo en el propio Estado del Bienestar.
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