Se pregunta la periodista de investigación Mar Cabra, especializada en Análisis de datos, licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo de investigación por la Universidad Columbia de New York, qué pasaría si entráramos en un quirófano y comprobáramos que al cirujano le está temblando el pulso en la mano con la que tiene que operar. Si pudiera, escribe Cabra, le diría al facultativo: “Doctor, prefiero que me opere otra persona. Espero que se recupere pronto”.
Es evidente que cuando ese temblor no es físico sino mental, es más difícil de observar. El ejemplo que utiliza la periodista la conduce a formular otra interrogante: “¿Alguna vez te has preguntado cómo estará el o la periodista que escribe las noticias que lees?”. Y su propia respuesta es reveladora: “Probablemente, estresado/a y con algún tipo de problema de salud física o mental”.
La conclusión de Mar Cabra es que la salud mental de los periodistas “afecta a la calidad de las noticias”. Y alude a la encuesta más longitudinal que se ha hecho sobre los efectos de la pandemia (que parece a punto de ser superada) en el periodismo, hasta un 70 % de los encuestados identificó la salud mental como el reto más difícil que han de afrontar. Las respuestas, para precisar, son de hace dos años. La periodista asegura que la situación ha empeorado.
Porque, claro, que muchos periodistas estén temblando al ejercer el oficio, equivale a un efecto sobre todos nosotros. En unos tiempos convulsos como los que vivimos, con una guerra que tiene riesgos de expandirse, con precios desbocados, huelgas en sectores clave como el transporte y crisis energética, hay que insistir en que es clave disponer de información veraz. Mar Cabra lo resume así: “Necesitamos profesionales en su mejor estado de salud para distinguir entre realidad y ficción, para separar el grano de la paja y trasladarnos lo que es importante”.
Aquí es donde adquiere trascendencia el papel del periodismo. Sus profesionales –ya se ha dicho en innumerables ocasiones- sustentan el cuarto pilar de la democracia y si no están sanos… el ecosistema informativo puede colapsar. Está en juego la democracia misma, la sociedad tal como la conocemos. Seguro que la guerra de Ucrania ha agravado la situación: las empresas y los medios están haciendo un gran esfuerzo, pero están en mínimos históricos de plantilla. Y así, han de tener presente que “las noticias no esperan al sueño y no respetan los fines de semana”. Después de la pandemia y de catástrofes naturales, ahora un conflicto bélico pone las cosas más difíciles.
La situación, sin exageraciones, se torna insostenible. La describe la periodista madrileña: demasiado estrés, durante demasiado tiempo, siempre, siempre, siempre lleva a problemas de salud física y mental. Además, cubrir eventos como una pandemia o una guerra puede traumatizar, no solo a los que lo viven en directo, sino a los que están en contacto constante, a través de imágenes o testimonios (se conoce como trauma vicario). El lector puede decidir no leer noticias. Los periodistas, no.
Ya se están produciendo resultados negativos, aporta Mar Cabra. A nivel físico (problemas de sueño, digestivos, pérdida de pelo, alteraciones de regla…) o mental (bajas por depresión, un creciente número de casos del síndrome del trabajador quemado, síndrome de estrés postraumático…). Hay decenas de periodistas que están diciendo “no puedo más”, “me voy a hacer otra cosa. Yo soy una de ellos”, revela.
Por todo lo dicho, y por otras muchas causas, claro que importa la salud mental de los periodistas. El periodismo de calidad sigue siendo una urgencia. Y para tratarla adecuadamente, para conseguir que todos estemos mejor informados, es requisito indispensable contar con periodistas saludables.
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