viernes, 10 de noviembre de 2023

Un singular laboratorio

 

La escultora María Belén Morales recibió en la noche del pasado miércoles, en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), con sede en el Puerto de la Cruz, un tan austero como lúcido reconocimiento público con la presentación del libro titulado ‘Laboratorio itinerante de formas (Tenerife-Córdoba) 1990-2000’, en el que intervinieron el crítico de arte y director del Museo de Arte Contemporáneo (Macew), Celestino Hernández; la catedrática de Dibujo de la Universidad de La Laguna, Marisa Bajo Segura; el profesor y conservador-jefe de la colección Tenerife-TEA Espacio de las Artes, Isidro Hernández Gutiérrez; y Federico Castro Morales, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Carlos III de Madrid.

 

Los cuatro son autores de trabajos contenidos en el libro, de cien páginas, expresión condensada de la exposición abierta el pasado 12 de octubre, con el mismo título, en la sede del Museo de Arte Contemporáneo, ‘Eduardo Westerdahl’, también en la ciudad turística. El taller de la artista era como un laboratorio en el que trabajaba con materiales tan diferentes como la madera, el papel y el hierro. María Belén Morales también ensayaba con distintas técnicas de arte, como el dibujo, el collage o la escultura. Los estudiosos y críticos coinciden en señalar que la artista siempre viajaba con su laboratorio e intentaba mejorar su manera de expresar los sentimientos y las emociones a través del arte.

 

Las grandes piezas de hierro oxidado sobre las que trabaja María Belén Morales son, en opinión de Marisa Bajo Segura, planteamientos de rememoración de lo transitorio, “un juego de memoria entre óxidos de barcos, lastrados de viento y velas blancas, de aire y tierra, afinidades de un territorio entre ocres y negros de tierra quemada”.

 

De los óxidos también escribe Isidro Hernández Gutiérrez, quien se refiere al trabajo escultórico de Morales, en el desierto metafórico de la creación, como “portador del sentimiento del paisaje canario, de su verticalidad lírica y espiritualizada, del predominio de los volúmenes angulares que aluden al escape”.

 

Por último, Federico Castro Morales y Celestino Hernández Sánchez,firman el texto final. Federico, sin dejarse llevar por tentaciones sentimentales, hizo, además, una intervención analítica, con especial hincapié en la etapa de su madre en Córdoba y su itinerancia andaluza. María Belén Morales, que fue académica numeraria de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, es recordada por sus aportaciones al arte en plena madurez que ahora, con la citada exposición y la publicación de este libro, adquiere mayor relieve y dispensa a la artista ese homenaje que estaba pendiente y que es un excelente tributo a una obra metódica y de experiencia reflexiva. 

 

1 comentario:

Graciliana Montelongo Amador dijo...

Gran artículo. Se lo merece, el acto y sobre todo Ella. Un abrazo.