La escultora María Belén
Morales recibió en la noche del pasado miércoles, en el Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias (IEHC), con sede en el Puerto de la Cruz, un tan austero
como lúcido reconocimiento público con la presentación del libro titulado
‘Laboratorio itinerante de formas (Tenerife-Córdoba) 1990-2000’, en el que
intervinieron el crítico de arte y director del Museo de Arte Contemporáneo
(Macew), Celestino Hernández; la catedrática de Dibujo de la Universidad de La
Laguna, Marisa Bajo Segura; el profesor y conservador-jefe de la colección
Tenerife-TEA Espacio de las Artes, Isidro Hernández Gutiérrez; y Federico
Castro Morales, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Carlos III
de Madrid.
Los cuatro son autores de
trabajos contenidos en el libro, de cien páginas, expresión condensada de la
exposición abierta el pasado 12 de octubre, con el mismo título, en la sede del
Museo de Arte Contemporáneo, ‘Eduardo Westerdahl’, también en la ciudad
turística. El taller de la artista era como un laboratorio en el que trabajaba
con materiales tan diferentes como la madera, el papel y el hierro. María Belén
Morales también ensayaba con distintas técnicas de arte, como el dibujo, el
collage o la escultura. Los estudiosos y críticos coinciden en señalar que la
artista siempre viajaba con su laboratorio e intentaba mejorar su manera de
expresar los sentimientos y las emociones a través del arte.
Las grandes piezas de
hierro oxidado sobre las que trabaja María Belén Morales son, en opinión de
Marisa Bajo Segura, planteamientos de rememoración de lo transitorio, “un juego
de memoria entre óxidos de barcos, lastrados de viento y velas blancas, de aire
y tierra, afinidades de un territorio entre ocres y negros de tierra quemada”.
De los óxidos también
escribe Isidro Hernández Gutiérrez, quien se refiere al trabajo escultórico de
Morales, en el desierto metafórico de la creación, como “portador del
sentimiento del paisaje canario, de su verticalidad lírica y espiritualizada,
del predominio de los volúmenes angulares que aluden al escape”.
Por último, Federico Castro
Morales y Celestino Hernández Sánchez,firman el texto final. Federico, sin
dejarse llevar por tentaciones sentimentales, hizo, además, una intervención
analítica, con especial hincapié en la etapa de su madre en Córdoba y su itinerancia
andaluza. María Belén Morales, que fue académica numeraria de la Real Academia
de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, es recordada por sus aportaciones al
arte en plena madurez que ahora, con la citada exposición y la publicación de
este libro, adquiere mayor relieve y dispensa a la artista ese homenaje que
estaba pendiente y que es un excelente tributo a una obra metódica y de
experiencia reflexiva.
1 comentario:
Gran artículo. Se lo merece, el acto y sobre todo Ella. Un abrazo.
Publicar un comentario