El historiador Eduardo Zalba y la asociación de vecinos La Peñita, presidida por Miguel López Carballo, han tomado la iniciativa para urgir al Ayuntamiento una solución al progresivo deterioro de la capilla de la Cruz Verde, en la calle Mequinez. Cerrada al público desde hace años, este hecho ha contribuido a que se agrave la situación.
Es un caso claro de abandono, el mal que afecta a una parte del patrimonio histórico artístico portuense. De ello nos hemos ocupado desde hace tiempo, a la espera de que la corporación, con voluntad política, un mínimo de sensibilidad y un plan sencillo de recuperación y restauración, acabase con esas bochornosas estampas de desidia en las que se ponen de manifiesto los daños en la edificación y otros elementos del recinto que se supone guarda unos valores edificatorios, religiosos o tradicionales.
En la Cruz Verde siempre se hacía un alto en el camino que era habitual: visita a las cruces, bien en la víspera bien en la propia festividad del 3 de mayo. Pero la capilla lleva cerrada y desde fuera, quienes observen a través de los separadores de madera, pueden comprobar algo más que desgaste. Hasta la techumbre está cediendo. No es exagerado afirmar que difícilmente resistirá un nuevo invierno ventoso y lluvioso. Ese es el peligro: que los daños, llegado un momento, sean irreversibles.
Unos escritos de la citada asociación registrados en los pasados meses de mayo y agosto, así como los reclamos del propio historiador, no han servido. El silencio por respuesta. Esa es la insensibilidad de la que antes hablamos. Por lo tanto, no se debe alardear de política cultural cuando un aspecto importantísimo de la misma, la conservación del patrimonio urbano e histórico, presenta pruebas fehacientes de abandono.
En sus escritos, vuelven a demandar que se adopten medidas para superarlo, pensando en que la Cruz Verde pueda ser reabierta en mayo del próximo año. Sería aconsejable, dicen, encargar a la oficina técnica municipal la redacción de un estudio del estado en que se encuentra la edificación, por si existiera riesgo de derrumbamiento que pueda afectar a las viviendas colindantes o para las personas que transitan por sus inmediaciones.
Ni parece una tarea excesiva ni habría que hacer una gran desembolso, si es que el gobierno local decide afrontar las obras de restauración de la capilla. La cuestión es proponérselo y acreditar que sí, que hay voluntad y preocupación para desaparecer el impacto negativo, en un barrio, además, y en una calle que han mejorado sensiblemente durante los últimos años.
1 comentario:
Muchos vecinos del barrio desearíamos recuperar esa capilla. Creo que es privada y ya no hay nada de lo que había. Sólo queda la Cruz.
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