domingo, 20 de octubre de 2024

Identificaciones 'melonianas'

 No se lució, precisamente, la presidenta del Cabildo Insular de Tenerife, Rosa Dávila, al identificarse con la política de la presidenta de Italia, Georgia Meloni, relativa al tratamiento de migrantes antes de ser deportados. Casi coincidiendo con su declaración, van y cierran el centro de estancia en Albania, se multiplicaron las protestas de organizaciones y fueron devueltos -¿a dónde?- los escasos primeros usuarios. Que no haya querido rectificar -matizar, siquiera- es anecdótico en este contexto. 

    Pero ya debe estar Dávila repasando las manifestaciones de la Diócesis de Tenerife, por ejemplo, cuyo delegado de Migraciones, Jesús Alberto Delgado, considera “una desvergüenza” que la Comisión Europea plantee externalizar la gestión migratoria en terceros países y que haya políticos en España “que valoren esa posibilidad”, en referencia al vicepresidente de Canarias, Manuel Domínguez, el primero en las listas del bombardeo de "todo vale" si con él se sigue desgastando a Pedro Sánchez y su ejecutivo, pero el último de la fila a la hora de aportar una alternativa a la pretendida modificación de la Ley de Extranjería.

    En declaraciones a Cope Canarias recogidas por la agencia EFE, Delgado ha criticado que Europa pretenda “pasar” la gestión de este fenómeno “a los países pobres, de origen, de donde se ven expulsadas las personas” que llegan en pateras y cayucos a territorio comunitario, entre otros motivos porque “expoliamos y robamos” en esos territorios. Aun a riesgo de que el administrador diocesano o la nunciatura le “llamen a capítulo”, se ha declarado “un poquito harto de que la clase política europea y española tenga tan poca altura de miras con este tema”.

    El caso es que esta semana hemos podido leer algunos calificativos como “inhumano”, “desvergüenza” o “indecente” que han recibido dirigentes del Gobierno autónomo y de los dos principales partidos que lo sustentan -los otros ni se dan por aludidos- mientras el drama de los menores no acompañados se sigue prolongando sin que se atisbe un entendimiento de mínimos para labrar una solución consecuente.

    Aquí, es preferible no incomodar al socio y lanzarse a proclamar las supuestas bondades de las medidas 'melonianas'. Tampoco es de extrañar: algunos y algunas hace mucho tiempo que se retrataron, están cómodos y prefieren seguir jugando en esa banda, la del derechío, en donde otros, por cierto, siguen haciendo méritos. 

    Es la política, estúpido.

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