lunes, 7 de octubre de 2024

La cerrazón del PP

 

A estas alturas, la perdiz no es que esté mareada sino lo siguiente. Porque miren que el Partido Popular ha dado vueltas a su postura para tomar una determinación con respecto a la distribución de menores no acompañados llegados a Canarias en varias comunidades peninsulares. La indefinición es la peor –y la más nula-de las posiciones cuando hay que escoger una vía pues las circunstancias de un proceso o una negociación han devenido así.

Eso es lo que le está ocurriendo a los conservadores que, a este paso, ya no saben bien qué es lo que más les conviene. Oponerse a todo puede ser rentable y hasta consecuente –al menos durante un tiempo- pero solo cuando se tiene un programa propio o se dispone de una alternativa viable, fruto de estudio y debate, no solo en el seno de la organización sino abierto a los agentes sociales. No parece que este sea el bagaje de los populares, condicionados por la posible posición –negativa, por supuesto- que guarden algunos presidentes de otras comunidades autónomas y quién sabe, si de paso, aunque suene a maldad, produce algún desgaste al líder supremo, o sea, Feijóo.

Es mucho tiempo, sí, alargando la controversia, demorando la decisión, un sí o un no, a la modificación de un artículo de la Ley de Extranjería. La sensación que se desprende de tal negativa es que no hay voluntad política, hecho que apremia a los argumentarios populares y al periodismo afín que los sustancia. Es normal que cada vez resulte más complicado encontrar un presupuesto que fundamente los razonamientos de un discurso persuasivo o convincente. Si ya nos habíamos preguntado qué ganaba el PP con aquella negativa de muy incierta desembocadura, antes de la penúltima alianza con los nacionalistas del Gobierno autónomo, ahora ese ‘no’ prolongado envuelve la utilización del problema –con niños o menores, no lo olvidemos- que ya produce situaciones de ruptura de negociaciones o de graves faltas de entendimiento políticos que impiden una solución creíble… y solidaria. No sabemos si habrán medido el coste político de la negativa: igual han pensado que no lo tiene, pero eso no obsta para decir que seguimos sin una solución, en tanto que las circunstancias, consignados los naufragios, se mantienen.

Porque eso es lo que está en juego, practicar uno de los valores esenciales de la convivencia. La solidaridad que fomente el entendimiento entre los pueblos suena a imposible. Pero el Papa Bergoglio no se rinde y algún efecto podrán tener sus apelaciones a los restos del humanismo que se supone reposan aún aletargados.

El presidente y diputado de Nueva Canarias, Román Rodríguez, rompía ayer un silencio al que nos vamos acostumbrando, para declarar que “el odio hacia los inmigrantes se ha convertido en el eje central de las derechas en el mundo entero, por lo que no me sorprende que el PP se vuelva a levantar de la mesa de negociaciones porque estoy seguro de que no tienen ningún interés en facilitar esto”.

Su opinión, vistos los acontecimientos y la cerrazón del PP, parece bien encaminada.



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