A los que hemos admirado el vanguardismo, el afán emprendedor
de los catalanes, el seny, su
universalidad, su ingente creatividad, nos cuesta aceptar lo que está pasando
en Catalunya. Si antes del pleno parlamentario de ayer, todos los radicalismos
y todos los pasos tan desafiantes como equivocados ya inspiraban una cierta
lástima, lo ocurrido en la sesión no solo confirma los peores augurios en el
plano procedimental ejecutivo sino que pone de relieve la pérdida de papeles de
los promotores de la soberanía, traducida en una intransigencia reprobable que
anula casi toda la capacidad de diálogo y revela un larvado totalitarismo. Esa
no es la Catalunya que conocimos y respetamos, sino la caricaturesca, la
esperpéntica, la del irrespeto a la norma, la de una huida hacia adelante
inconcebible, sin freno y al precio que cueste, caiga quien caiga.
Es lo que
tiene la exacerbación de los sentimientos. Casi -o sin casi- es rasgo esencial
de todos los nacionalismos. Quienes han apelado al diálogo (aunque partiendo de
la premisa “la mesa es mía, ¡eh!”) pero niegan la palabra; quienes se han
aferrado a la legalidad incluso para reivindicar, o a la historia para tratar
de persuadir, pero transgreden reglamentos y utilizan subterfugios al mejor
estilo filibustero, han ido convirtiendo el procés
en una extravagancia galopante. Con razón ayer, voces autorizadas se
llevaban las manos a la cabeza y no acertaban a explicar desde la racionalidad
cuando se les pedía una valoración de lo acontecido.
Si el Govern
y la presidenta del Parlament creen que así se alcanza el objetivo y punto,
están muy equivocados. Así hacen antipática la causa. Van generando rechazo.
Esa forma de imponer, no ya saltándose las normas establecidas, sino impidiendo
un debate sensato y consecuente, marginando a una buena parte de la soberanía
popular reflejada además en una representación plural, es absolutamente
inapropiada. Si así empiezan, cómo será lo que se avecina. Y no vislumbremos el
final pues terminaríamos espantados.
Consumado el
golpe de Estado, a ver cómo explican ahora que no va a instalarse un régimen
totalitario. Aunque sean otras cosas las que probablemente interesen más a los
catalanes: desde la suerte de los presuntamente corruptos (por cierto, solo
faltó el clan Pujol en la foto final) a la supervivencia o la estabilidad de
los funcionarios, desde el gasto farmacéutico a la turismofobia latente y hasta
violenta.
Pobre
Catalunya: quién la ha visto y quién la ve.
2 comentarios:
Me temo que lo peor habrá de venir cuando, -como respuesta al fracaso motivado por la ausencia de diálogo entre Generalitat y Gobierno-, aumente el número de independentistas en el futuro, manteniendo así la esperanza de una próxima presunta República catalana.
Desde Cataluña, Zoilo
Que fácil es cargar con toda la fuerza contra una sola de las partes. Por supuesto que no me parece correcto lo que ha pasado estos días en el Parlament Catalán, pero que esto se veía venir por supuesto....no sé que conocimiento tienes de la sociedad catalana, pero yo si lo tengo y mucho y es una tierra que quiero, es una de mis patrias, y he tenido que ver con tristeza como entre mi familia iban creciendo los desencuentros por una mala gestión de este problema que lleva larvado desde hace muchísimo tiempo. Ver como personas honestas y serias no entendían al Gobierno Central y su no acción ante estos problemas...muchos han terminado sumándose a la causa independentista, hartos...y muchos lo único que quieren es que les deje votar, votar para decir que no, o que si...pero lo único que quieren es expresar su voluntad...y te aseguro que si desde un principio Madrid, y por que no la oposición también,hubieran dejado hacerlo, estoy segura de que el problema se habría acabado, porque hasta hoy nunca ha habido tantos independentista como últimamente hay. Y es que cuando se ofende a un pueblo, éste se revuelve y es lo que han hecho con Cataluña, la han ofendido y eso no lo soportan, bueno nadie que tenga amor a su tierra,(no solo son catalanes de nacimiento los que se sientes ofendidos, muchísmos son emigrantes e hijos de emigrantes, pero que se sienten catalanes)) a sus costumbres, a su lengua, y perdona Salvador pero mi querido PSOE, tiene mucho que ver en este problema, porque desgraciadamente su conducta hasta ahora ha sido demasiado tibia, no se puede nadar sin mojarse, y eso es lo que los socialistas han intentado hacer hasta hoy. Confío que con Pedro Sánchez, si lo dejan vivir, la cosa se reconduzca. Ahora espero que, aunque dificilmente, se pueda encontrar una vereda para parar esta locura. Lo deseo por esa tierra y sus gentes que tanto quiero, y que el Partido Socialista si de verdad quiere volver a ser lo que fue y a entusiasmar a la gente, a sus votantes, se ponga las pilas y sea de verdad un partido socialista y responda a sus siglas.
Con cariño.
Lola Camprubí
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