Los
servicios municipales están sustituyendo algunas piezas del vallado
que circunda el distribuidor de tráfico de Las Cabezas, un
importante nudo de comunicación de salida y acceso a la ciudad del
Puerto de la Cruz. No es que sea una obra deslumbrante y quizá por
esa misma razón el gobierno local no se ha apresurado a exaltarla;
pero era tan visible el deterioro -incluso con evidentes riesgos para
la integridad física de usuarios y peatones- que es consecuente
destacar esta actuación que debería inscribirse en las tareas
propias del mantenimiento, lamentablemente las que más quejas
inspiran en sectores sociales, sin duda por sus limitaciones o su
inexistencia.
Además,
en este blog nos hemos ocupado en reiteradas ocasiones del asunto. En
efecto, tirando de archivo comprobamos que desde julio de 2014 ya
veníamos reivindicando el debido cuidado. Entonces, en una entrada
titulada “Nadie se ocupará de las vallas hasta que pase algo”,
escribíamos:
La
misma sensación que anida en la calle Las Cabezas y en la vía que
desemboca en el distribuidor de tráfico del mismo nombre. Vallas
oxidadas, despintadas, arrancadas… El impacto, no solo
antiestético, es evidente.
Casi
dos años después, en abril de 2016, bajo el título “¡Arreglen
esa valla!”, insistíamos con detalle:
Está
tan despintada, tan dañada, tan afectada por la corrosión, tan
oxidada… que nadie se apiada de ella. Es la valla del distribuidor
de tráfico de Las Cabezas en el Puerto de la Cruz, por la que
discurren a diario centenares de coches y de viandantes. Conexiones a
cinco vías. Pero nadie parece haber advertido los desconches y los
efectos de la erosión. Y es como si ningún concejal, ningún
policía, ningún funcionario, nadie de personal laboral municipal,
ningún militante de partido político en disposición de hacer
méritos haya recorrido el pulpo y sus alrededores y se haya
percatado del penoso estado en uno de los principales accesos de la
ciudad. La valla metálica se va quedando sin soportes; ni siquiera
aquella elemental de la avenida de Colón, en Martiánez, cuando el
bum turístico, sufrió tanto desdén. Que alguien haga algo. Que ese
alguien sienta vergüenza propia y acredite unos mínimos de
sensibilidad para enlucir esa valla, sustituyéndola o repintándola…
algo, con tal de corregir ese aspecto tan horripilante, esa evidente
falta de mantenimiento, otra prueba de la decadencia. Doméstica, si
se quiere; pero visible y criticable. Unas brochas y unos kilos de
pintura, por favor. Es para deprimirse, de verdad.
20
de mayo de 2017. Desde la concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento
portuense se anuncia una variación sustancial en la fisonomía del
distribuidor como consecuencia de la aparición de una grieta en una
pared lateral del distribuidor. El Cabildo Insular quiere afrontar
una actuación de notable mejora en la carretera TF-312, desde la
Punta de la carretera hasta Las Arenas. El final de la entrada
titulada “Distribuidor de Las Cabezas” era bastante ilustrativo
para saber qué ha pasado después de aquella fecha:
Habrá
que permanecer, pues, vigilantes, por si la grieta descubierta
implica los riesgos que ahora mismo no se detectan. Y como ya se
anuncia que la actuación puede ser larga, la cuestión es acometer
la reposición o la reparación de las barandas que circundan al
distribuidor cuyo aspecto es cada día peor. Las denuncias hechas en
varias ocasiones sobre su deterioro y desperfectos no han servido de
nada, pese a que la peligrosidad salta a la vista. Y si no, que se
contraste con una valla de tráfico colocada en una las colgantes
sobre la zona ajardinada. Los meses que transcurrieron para reparar
la débil estructura que separa una urbanización cercana de la
propia carretera obligan a poner atención en ese barandal maltrecho
e impropio para uno de los principales accesos al centro de la
ciudad.
Hasta
que el 29 de julio pasado, después de ponderar la recuperación del
súbitamente desaparecido balcón del hotel Marquesa, y dando un
toque a la autovía del este cuyo proyecto de remodelación fue
anunciado semanas después, bajo el título “De balcón y vallas”,
escribíamos:
Y
ya que andamos con hechos visibles en los paseos vespertinos de
vísperas vacacionales, reiteremos el antiestético y peligroso
aspecto que presentan las vallas de dos vías de acceso al centro de
la ciudad. Hablamos del distribuidor de tráfico de Las Cabezas, cuyo
barandal se aprecia visiblmente dañado, hasta el punto de que
algunas piezas, oxidadas, despintadas y arrancadas, ya no forman
parte del conjunto. Lo peor es que las han dejado a un lado tras la
colocación de unas frágiles cintas aislantes de la policía. En
otro hueco, más próximo al comienzo de la calle Blanco, han
instalado una valla de tráfico que no hace falta decir cómo
impacta. Ya nos hemos ocupado del proyecto de infraestructura que
sustituirá la actual fisonomía de la carretera de Las Arenas
(TF-132) pero hasta que sea aprobado y se ejecute, no sobra un
arreglo -eso que se conoce comúnmente por lavado de cara- de esa
zona tan transitada en la que abundan, además, los espacios
ajardinados. ¿Y qué decir del paseo lateral de la vía del túnel
de Martiánez? Cuidado, mucho cuidado porque cada vez representa
mayor peligrosidad. Y no son pocos los turistas y viandantes que
circulan por el sector, incluso de noche. Las quejas en las redes
sociales no han surtido efecto, por ahora. La valla, a la vista de
los daños, poco o nada protege. Así lleva meses. Alguien debería
decirle a 'papá Cabildo' que instalen una nueva.
Bueno,
ahora que sustituyen el vallado, que sirva al menos para refrescar la
memoria. Y si se resuelve el problema, con ánimo constructivo,
mejor.
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