La Unión Europea (UE) recibió en 2016 en
torno a los quinientos ochenta y dos millones de turistas. El sector turístico
supuso el 5 % del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión. La UE es, de
hecho, el primer destino turístico a escala mundial. Los datos son ilustrativos
de su importancia en la economía estructural. Hoy que se conmemora el Día
Mundial del Turismo y en todos lados hay celebraciones, bueno será recordar el
crecimiento, hasta el punto de que España, favorecida por problemas de distinta
consideración en destinos competidores o emergentes, se sitúa en la vanguardia.
Pero ya está dicho: el auge turístico no
depende solo de números. No basta con más visitantes, con más clientes. Aunque
sea fácil contarlos y registrarlos. Aquí hay más problemas: la sostenibilidad,
el lema genérico de la presente edición, es uno de ellos. Los expertos y los
estrategas lo deben tener claro: está bien eso de ser punteros en los mercados
pero los esfuerzos por mantener niveles de competitividad ¿son los adecuados?
¿Están los destinos turísticos, nuevos y maduros, a la altura de las exigencias
de los clientes? ¿Están bien concebidos y desarrollados los productos
turísticos de nuestro tiempo? ¿Se está innovando lo suficiente y al ritmo
adecuado? ¿Cómo andan los niveles de formación profesional?
Hoy se hablará en el Parlamento Europeo
(PE) de todas estas cuestiones. El turismo crece y crece pero no pueden
perderse de vista cuestiones como la seguridad (algunos destinos han
experimentado notables retrocesos como consecuencia de actos terroristas e
incremento de la delincuencia interior) y la propia capacidad de carga o el
exceso de oferta de plazas. Es muy difícil mantener la pujanza de un destino:
los sectores público y privado no solo deben compatibilizar sus intereses sino
planificar, dotar, mejorar y ejecutar con tal de responder a las demandas de
los clientes, tentados en una inmensa mayoría de viajar y disfrutar con poco
dinero.
El turismo, por tanto, tiene muchos
desafíos ante sí. Hay que propiciar y atraer inversiones, de acuerdo. Sobre el
papel, ello genera empleo. Pero hay que estudiar a fondo los modelos de negocio
y no esperar a que se agoten. Hay que tener en cuenta los impactos del turismo
en el medio ambiente y hasta en la calidad del mercado laboral. Hay que medir
esos impactos en el ámbito de las comunidades locales. Hay que trabajar con
rigor, en definitiva, para que el filón turístico siga produciendo beneficios.
En una fecha como la de hoy, cuando en
todas partes, se va a evaluar la importancia del turismo, hagamos todos -no
solo los operadores del sector- un esfuerzo para analizarlo con detenimiento y
plantear efectivas soluciones de futuro.
Que no todo son los números de turistas
llegados, de verdad.
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