Va
a ser un cumpleaños triste, infeliz, sin velas ni piscina por
supuesto. En otras circunstancias se estaría hablando, aunque sea un
tópico, de bodas de platino. Ahora, cuando ya se acumulan setenta y
cinco años de historia, solo cabe referirse al vacío, a la
impotencia y al agotamiento.
En
las vísperas navideñas de 2016, nos hicimos eco del canto, casi a
la desesperada, de una red social, del presidente del Club Natación
Martiánez, José Carlos Báez. El mismo día que se cumplía un año
del cierre de la piscina deportiva municipal expresaba su
desasosiego, su desesperanza. Aquella manifestación, realista y sin
estridencias, ha tenido continuación este mismo mes de septiembre,
cuando otra persona muy vinculada al club, Juan Carlos Hernández
Bethencourt, anticipaba, también en redes sociales, la desaparición
del equipo de waterpolo. Muy crítico con la propia directiva, la
carencia de instalaciones, la falta de apoyos y la desgana de la
directiva se concatenaban para producir la deserción de deportistas
entusiastas como Juan Carlos. Sus palabras eran ilustrativas: “Es
bien sabido por todos que fue el waterpolo el que llevó al club a lo
más alto, paseando el nombre de nuestra ciudad por Europa y haciendo
historia... Años aquellos en los que nuestros queridísimos
presidentes se dejaban la piel para que todas sus disciplinas
salieran adelante”, escribía Hernández con amargura, antes de
agradecer los momentos compartidos y despedir con la consigna
repetida del capitán: “¡Arriba el equipo!”.
Todos
los indicios se han confirmado: desaparece la sección de waterpolo y
se mantienen -a muy duras, suponemos- las de natación, natación de
adultos, salvamento y sincronizada. Entrenarán los supervivientes en
Santa Úrsula. Pero ya saben: desplazamientos, disparidad de
horarios, gastos, difícil sincronía, complicada cohesión
deportiva...
Vaya
aniversario el del Martiánez, esperando que se encienda la luz del
proyecto que promueve el Cabildo Insular de Tenerife para, con las
dudas de un definitivo emplazamiento, convertir la piscina en un
centro insular de natación de tecnificación deportiva o algo así.
Para ser realistas y hasta que concluyan las obras tras el
correspondiente trámite administrativo, suponiendo que se cuente con
financiacion, y sin entrar, por ahora, en otras complicaciones de
titularidad y gestión de la instalación, un largo recorrido queda
por hacer.
Es
inevitable preguntarse si resistirá el Martiánez sin patrocinios
privados y sin otras ayudas que las aportadas por los propios socios
-si es que aún conserva una mínima estructura- y por el
Ayuntamiento que llegarán, un suponer, a cuentagotas y sin
regularidad, de modo que no sea posible una planificación de
actividades elemental.
Como
es menester, aprovechando que hablamos de esta penurias, plantear si
resultará muy difícil al consistorio dedicar unos arreglitos a los
aspectos visibles (jardinería, paredes...) de la piscina del paseo
Luis Lavaggi, tan transitado a todas horas y por donde tanta gente,
incluso la más ajena a la natación, a los saltos y al waterpolo, se
pregunta hasta cuándo habrá que aguantar tan deplorable aspecto y
tan acentuada estampa de abandono.
Pese
a todo, luchador cumpleaños Martiánez. Es lo que toca, porque la
felicidad parece lejos. Setenta y cinco años bien merecen otro
esfuerzo.
1 comentario:
Hola Salvador, el deporte es muy necesario, que se recupere...bue día
Publicar un comentario