Una
noticia y una reflexión.
En
el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), acto
conmemorativo del 131º aniversario del nacimiento del turismo en
Canarias. (Antes, al mediodía, una ruta guiada gratuita desde el
antiguo hotel Martiánez -otro vivo ejemplo de la decadencia y de la
falta de iniciativa para evitar estampas ruinosas- hasta la plaza del
Charco). El acto consiste en la apertura de una exposicion
conmemorativa del que empieza a ser aceptado como hecho con el que
arranca el turismo propiamente dicho en Canarias.
Es
el consejero de Turismo del Cabildo Insular, Alberto Bernabé, quien
alude al significado del antiguo hotel Taoro en la historia turística
y anuncia que en un plazo no superior a cuarenta días deberá estar
resuelto el concurso público convocado para su restauración y
restitución de uso turístico y lo que es mejor, hay muchas empresas
que se han interesado para participar y hacer viable el proyecto. Es
la noticia.
La
reflexión la aporta el viceconsejero de Turismo del Gobierno de
Canarias, Cristóbal de la Rosa: “Hay que construir un icono sobre
el icono que fue el Puerto de la Cruz, en el contexto del desarrollo
turístico de Canarias y de Tenerife”. Hubo una época, un antes; y
ahora se está viviendo otro tiempo en el que hay que innovar y
superarse con tal de reverdecer laureles. Intereses políticos al
margen, se está en ese camino.
La
exposición, promovida y coordinada por el profesor Nicolás González
Lemus, dio pie a este doble planteamiento que fue otro soporte del
intento de los historiadores de ir centrando la fecha del comienzo de
la industria turística, un proceso que en el Puerto de la Cruz se
sitúa en 1886, con la constitución de la Compañía de Hoteles y
Sanatorium del Valle de La Orotava, una empresa que arrancó con un
capital de veinte mil libras esterlinas, unas quinientas mil pesetas
de entonces, hoy, más o menos, tres mil euros. La compañía
construye el Orotava Grand Hotel, cuatro
años después ya popular Hotel Martiánez, derribado
en 1970. Se iniciaba, de acuerdo con la materia investigada por
González Lemus, el despegue del turismo como tal. Huéspedes
ilustres del establecimiento, entre otros: Bertrand Russell, el gran
duque Nicolás de Rusia, Harry Dember, Ernest Hat y Wolfgang Köhler.
En
el IEHC quedan fotografías, grabados, periódicos y testimonios de
una época determinante del devenir portuense. Su espíritu acogedor
y su voluntad cosmopolita consagraron la vocación turística. Los
avatares del siglo XX no impidieron una evolución favorable que
alcanza su cenit en más de tres décadas, hasta que emergieron otros
destinos potentes y con más recursos de suelo.
La
noticia y la reflexión sirven para rememorar tiempos de esplendor.
Ahora toca impulsar los que, con otras exigencias y en un marco de
competitividad muy intrincado, requieren de imaginación, audacia y
capacidad de gestión, también de los recursos públicos, en busca
de un modelo de productividad económica solvente y sostenible.
Es
posible. Hay que seguir intentándolo y esmerándose.
No hay comentarios:
Publicar un comentario