Le
preguntaban en cierta ocasión al magnate de negocios inglés Richard Branson,
conocido por su marca Virgin, un grupo de más de trescientas sesenta
empresas, cuál era su mayor motivación. Contestó:
-Seguir
retándome a mí mismo. Veo la vida como una larga educación universitaria que
nunca tuve. Todos los días estoy aprendiendo algo nuevo.
Emprendedor,
aeronauta, empresario, inversor, productor de televisión y de cine, Branson, a
los dieciséis años ya tenía sobre sus espaldas tres iniciativas empresariales.
Le sonrió la suerte, pese a muchos claroscuros en la actividad discográfica. Su
biografía es un dechado de aventuras en los negocios. En mayo pasado, su
patrimonio superaba los cinco mil millones de dólares. Es la duodécima persona
más rica del Reino Unido, según Forbes. Pero lo que nos interesa aquí y ahora
es reflexionar brevemente sobre esas afirmaciones suyas: el reto permanente,
asociar la vida a un proceso constante de formación, al aprendizaje diario.
Algunos
empresarios tinerfeños, especialmente turísticos, tienen un perfil similar al
de Richard Branson, salvando las distancias y el volumen de negocios,
obviamente. Entiéndannos: hechos a sí mismos, audaces, motivados, capaces de incursionar
en actividades productivas que les eran desconocidas y de no arrugarse si veían
por tercer mes consecutivo números rojos en sus cuentas de explotación.
Algunos
de ellos, felizmente jubilados aunque no se hayan ido del todo, asistieron un
29 de abril de 1977 a la firma del acta fundacional de la que se considera
patronal hotelera tinerfeña en la que representantes de empresas y
establecimientos de la isla, principalmente del norte insular, entonces
boyante, se reunieron para constituir una nueva entidad empresarial con la que
promover y defender los intereses profesionales de sus asociados y trabajar por
el futuro del sector turístico, erigido ya en el principal de la productividad
económica de las islas.
Esa
entidad, la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La
Gomera y El Hierro (ASHOTEL), está cumpliendo cuarenta años. Y hay que
congratularse. No es una asociación cualquiera, con más de doscientos cuarenta
establecimientos registrados en las dos modalidades y con casi noventa y dos
mil camas turísticas.
A lo
largo de estos cuarenta años, ASHOTEL ha ido amasando y fortaleciendo un
liderazgo hasta convertirse en una de las referencias indispensables en el
sector. En una declaración de intenciones, la patronal turística confía en
continuar y mejorar su trabajo, además de enriquecer, en pro del turismo, los
vínculos con otros agentes institucionales, políticos y sociales.
En la
fecha de fundación, los promotores debieron ser conscientes de que el
crecimiento era imparable, de que el turismo dejaba de ser la industria sin
chimeneas para convertirse en abanderado del sector terciario o servicios, de
que se avecinaban cambios en todos los aspectos y de que, por consiguiente, era
necesario empezar a vertebrarse y funcionar con criterios ajustados a las
exigencias y a los avances de los tiempos. Sin ir más lejos, los convenios
colectivos a los que hubo que hacer frente, apenas consagradas las libertades
políticas y sindicales. Y otro más: hoy mismo estamos conmemorando el Día
Mundial del Turismo Sostenible. Entre uno y otro hito, multitud de episodios,
de nuevas normas, de eclosión de destinos, de aparición de productos, la
cualificación, la captación de mercados, le feroz competencia y la dificilísima
competitividad, las nuevas marcas, las ferias promocionales, los intercambios,
la excelencia y hasta los lobbies. De profesionales y amigos a los que
hubo que decir adiós: es justo que nos acordemos de ellos y valoremos su
contribución.
Desde los comienzos, cuando era palpable el voluntarismo,
también contrastado entre los promotores que luchaban contra el estigma de
enriquecerse demasiado pronto, y a través de su propia estructura profesional y
organizativa, Ashotel empezó colaborando con instituciones y entidades públicas
y privadas, además de participar en múltiples iniciativas y proyectos en los
que siempre se ha involucrado. No solo ha mantenido ese espíritu sino que lo ha
fortalecido a lo largo de estas cuatro décadas, sin perder de vista que el
objetivo final es conseguir un sector turístico más competitivo, especializado
y sostenible, capaz de ofrecer herramientas y soluciones prácticas a las
pequeñas, medianas y microempresas del sector.
De aquellos primeros tiempos, siempre recordaremos a
Juan Cólogan, primer presidente. Y a quienes le sucedieron, por supuesto:
Felipe Machado, Guillermo Braun, Pedro Luis Cobiella, José Fernando Cabrera y
ahora, Jorge Marichal. Todos, con sus equipos directivos, con sus respectivos
gerentes, hicieron cuanto estuvo a su alcance para consolidar y modernizar la
organización.
Estamos de celebración y cuando Canarias se ha
convertido en la puerta de entrada de casi doce millones de turistas anuales,
es obligado tener presente que, en el modelo actual, las empresas son una
realidad en nuestro entorno más próximo, si bien, a poco que reparemos en ellas
descubriremos que no todas son iguales. Unas tienen mayor dimensión que otras,
desarrollan distintos tipos de actividad, operan en mercados geográficos
diferentes y hasta adoptan diversas formas jurídicas.
La mayoría de las empresas son el resultado de la
inquietud, de la iniciativa o, por qué no, de la personalidad de una o varias
personas que conocemos como empresarios y que, consecuentemente, desempeñan un
claro papel dinamizador en la economía.
Esos empresarios -no sobra recordarlo- deben tener muy
presente el capital humano de su centro: los profesionales, los trabajadores,
los empleados. Sin su aportación, sin su motivación, sin su compromiso, no hay
avances ni cualificación que registrar. En esta fecha, es positivo insistir en
la formación personal y en la innovación tecnológica como elementos clave de
cualquier éxito de producción futura. Los empresarios han de ser sensibles,
observadores, estar atentos a sus necesidades y a su estabilidad en pos de un
satisfactorio rendimiento individual y colectivo.
Entre los diversos análisis de los perfiles del
empresariado, destaca el dedicado al profesor austro-norteamericano Joseph
Alois Schumpeter, ministro de Finanzas en Austria y profesor de la Universidad de
Harvard, quien resaltó que “el papel del
empresario es la innovación, esto es, identificar y realizar nuevas posibilidades o combinaciones en la actividad
económica”.
Otro es el que se refiere al economista estadounidense
Frank Heyneman Knight, en las primeras décadas del pasado siglo, para quien la
asunción del riesgo es la característica principal del empresario, si bien este
enfoque considera la existencia de un riesgo de carácter técnico y económico.
El primero, comprensible por llevar a
cabo, efectivamente, la producción esperada, que los productos se terminen y en
las condiciones esperadas por el mercado. El segundo, explicativo de la
incertidumbre asumida de que los ingresos recibidos al final del proceso
superen los costes tenidos para asegurar unas rentas a los agentes del sistema.
Sin embargo, parte de este riesgo lo asume el accionista. Es por ello que
Knight habla de dos actividades diferentes: la del empresario que asume el
riesgo y escoge al que dirige; y la del director, que da las órdenes y
desempeña la función organizadora.
En conclusión, el papel del empresario en la economía
actual ha cobrado una gran importancia en cuanto que es evidente que el
entorno, desde principios de los años 70, ha adquirido una elevada dosis de
turbulencia, siendo esenciales funciones de conexión de la empresa con su medio
ambiente y convirtiéndose en primordial la adaptación de esta al entorno
para asegurar su supervivencia.
Dicho de otra manera, los empresarios en la actualidad
han de ser auténticos líderes, es decir, han de presentar una cierta capacidad
de liderazgo (capacidad de influir en los demás más de lo que estos influyen en
uno mismo). Ello se debe a la necesidad de que otras personas les secunden en
pos de unos objetivos globales, lo que en ningún caso puede sustentarse
solamente por la posición jerárquica que ocupen en la empresa. El doctor en
Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, profesor Bueno
Campos, confirma esta postura al exponer
que posiblemente sea la capacidad de liderazgo lo que defina el papel del
empresario en nuestros días.
ASHOTEL, pues, cumple cuarenta años en una fase de
bonanza ya prolongada. Hay que congratularse sin recrearse -creemos- en el
triunfalismo sino siendo conscientes de las limitaciones territoriales, de la
sostenibilidad y de que la capacidad de carga tiene un límite que exige un
pacto o un gran acuerdo político público-privado para alargar ese ciclo. Los
registros boyantes y los proyectos sectoriales innovadores no se detienen con
tal seguir captando mercados. Pero la cuestión es solo de números, de
estadísticas. Lo es también de saber administrar los recursos y dar los pasos
adecuados.
Hace unas pocas semanas, el presidente de la entidad
apelaba a la unidad interpretando que este concepto aglutinaba afanes, a veces
costosos, de iniciativas insulares distintas y ha servido para superar
obstáculos.
Claro que los hay, los sigue habiendo. Luego es
cuestión de refrescar el espíritu fundacional y hacer como Richard Branson:
retarse a sí mismos, hacer un examen positivo de la experiencia y perseverar en
la formación, incluso diariamente.
Si el presente es exitoso, cabe expresar
felicitaciones y desear un próspero porvenir.
N. del A.- Texto leído en
el curso del acto convocado por el CIT de Icod de los Vinos, en el Parque del
Drago, conmemorativo del Día Mundial del Turismo y como homenaje a ASHOTEL con
motivo de su 40 aniversario.
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