Ha
sido la Confederación Estatal de Asociaciones de Vecinos (CEAV) la
que ha denunciado esta misma semana el retraso en la expedición o
renovación del Documento Nacional de Identidad (DNI) en las oficinas
o dependencias de la Dirección General de la Policía. Una demora
media de treinta y siete días en toda España, que llega a ser de
sesenta y tres en el caso del Puerto de la Cruz. “Un retraso
intolerable”, subraya la CEAV.
La
denuncia va acompañada de la solicitud de una reunión urgente con
los responsables de la Dirección General de la Policía a quienes
plantearán la necesidad de convocar una comisión de seguimiento
para conocer las medidas, los pasos y los plazos previstos para
revisar esta situación.
La
demora, según la CEAV, obliga a que mucha gente tenga que acudir a
otras localidades y provincias para la resolución de esta
tramitación, “lo que supone un gran trastorno y un gasto
adicional”.
Desconocemos
si las asociaciones vecinales portuenses están integradas en la
citada Confederación pero hay que aprovechar para preguntar qué fue
de ellas y si todavía desempeñan algún papel o alguna actividad.
Existió una Federación Portuense de Asociaciones de Vecinos (FPAV)
pero hace mucho tiempo que no se tiene noticia de una mínima
reivindicación o de un elemental comunicado que publicite la
existencia de un problema o de una carencia y la exigencia
correspondiente de una solución.
He
ahí otro ejemplo claro de la pasividad y de la indolencia de los
portuenses, muy insensibles con los problemas comunes o que les son
próximos. Se quejan, eso sí, pero luego son poco o nada activos en
el planteamiento y la búsqueda de alternativas. Y eso que hubo
algunas asociaciones destacadas, que sirvieron hasta de escuela de
municipalismo, cuando emergía la etapa democrática y algunos tenían
claro que sin participación ciudadana, no habría progreso y se
tardaría en madurar.
Las
pocas ganas, el relevo generacional y la aparición -con fácil y
poco costosa accesibilidad- de las redes de ciudadanía han
desembocado en la carencia de un nuevo modelo de funcionamiento de
las entidades vecinales, de ahí que su papel se haya diluido. Faltan
imaginación y líderes, desde luego. Son escasas las personas
capaces de desvivirse por los demás y trabajar desinteresadamente.
Todo
eso contribuye a la desvertebración social, acentúa la indolencia
de la que hablamos. El fenómeno no es exclusivo del Puerto de la
Cruz y su extensión acentúa la preocupación por una sociedad que
tarda en reaccionar, sea cual sea la naturaleza o la dimensión de un
problema que la afecte, por ejemplo, el de las cianobacterias, el de
los vertidos, el de la falta de limpieza o mantenimiento en algunos
núcleos, el del progresivo deterioro de los espacios públicos.
Los
vecinos dirán que las instituciones y las administraciones públicas
no les tienen en cuenta. Que no se les consulta sino cuando el
gobierno de turno quiere aparentar o cuando ya los hechos de una
actuación se han consumado. Y es probable que no les falte razón.
Pero eso no significa que se resignen y dejen pasar, que resuelvan
otros, los que cobran y frases por el estilo. Con voluntad y un poco
de imaginación se puede hacer cosas. Es positivo que existan
organizaciones capaces de aglutinar afanes colectivos y de canalizar
reivindicaciones que sean de interés general.
Ahora
se produce lo contrario y seguro que muchos se han acordado de que
existen asociaciones vecinales por esta denuncia de la CEAV (unas
tres mil y una base social superior al millón doscientas mil
personas) que ojalá surta efectos positivos. Que la misma no haya
tenido directamente una paternidad portuense, es un buen ejemplo.
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