Ahora
que El Peñón anda inutilizado unas cuantas fechas como consecuencia
de la realización de unos conciertos musicales, parece que volvemos
a los años sesenta o setenta del pasado siglo, cuando la escasez de
instalaciones deportivas propiciaba el uso de estas para actividades
de distinta índole: espectáculos diversos y hasta circo. Aquello
alimentó la denuncia periodística de José María García que
levantó la bandera de la necesidad de enjugar el déficit de
infraestructuras deportivas en el país. Unos años después, en los
ochenta, en Radio Popular de Tenerife, hicimos un trabajo de
investigación sobre la realidad deportiva en los municipios de la
isla: en algunos pueblos, recordamos, la gente nos esperaba para
llevarnos a los lugares donde había desidia o insuficiencias, o
donde tenían que cambiarse los jugadores de categorías inferiores.
Por fortuna, los tiempos han cambiado y hoy los municipios cuentan
con instalaciones dignas y aceptables.
Lo
peor de esta contingencia en El Peñón es que los deportistas tengan
que entrenarse o disputar sus encuentros de local en otros
escenarios. No hemos visto protestas elevadas ni informaciones que
destaquen estas circunstancias, así que damos por hecho que impera
la resignación, lo que hay. Música, chiringuitos... lo que hay. Se
supone que habrán evaluado el impacto de los posibles daños en la
vieja cazuela futbolística. En fin...
Curioso,
porque en algún foro se discute sobre el hecho de que un torneo
internacional de Promesas de cierta notoriedad disputado en El Peñón
en diciembre del pasado año, ahora es trasladado a otra localidad
del sur tinerfeño. Intervinieron ocho equipos alevines de la cadena
de clubes de Primera división y otros cuatro internacionales de la
categoría sub-12. La Fundación que lleva el nombre del periodista
José Ramón de la Morena, encargada de la organización y del
patrocinio, trajo al mismísimo Javier Tebas, presidente de la Liga
de Fútbol Profesional. Kiko Narváez y Christian Karembeu, entre los
famosos invitados. Ganó la final el Barcelona al Atlético de Madrid
(4-1).
Nadie
discute la proyección del torneo: había televisión, eran unas
fechas apropiadas para quedarse en casa, se presumía de buen tiempo,
la instalación fue mejorada y tal y tal. Pero tampoco hay que hacer
un drama de si la competición ahora tiene otro escenario.
Ignoramos las razones que habrán determinado el traslado, mejor
dicho, si son ciertas las que se comentan; pero lo importante es que
son los equipos locales y el mismo campo El Peñón los que precisan
atención y ayudas. Siempre tuvo la cantera portuense un brillo de
fecundidad y siempre hubo dirigentes y deportistas empeñados en
trabajar con los chicos, en una proba y entusiasta labor. Ese es
flanco que hay que cuidar e incentivar: muy bien todo lo que sea
promocionar, todo aquello que repercuta y se haga en condiciones
ventajosas. Pero lo que aquí se queda, lo que requiere continuidad,
lo que necesita un seguimiento para seguir produciendo valores es lo
que prioritariamente hay que atender.
Cabe
preguntarse si las ayudas a los equipos de base están llegando
periódica y puntualmente. Y si El Peñón, condenado a desaparecer,
está recibiendo lo que precisa para ser una dotación deportiva con
las mínimas garantías dignas. Y si hay algún organismo que vele
por un desarrollo correcto de las categorías y deportistas de base.
Eso
es lo que verdaderamente importa. Pero hemos vuelto a los tiempos en
que la cancha, el césped, el balón y las gradas dejan su sitio a la
música y los chiringuitos. Solo decimos que no hay que resignarse...
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