El
debate prosigue pero cada vez son más quienes dan por liquidado al
papel, al periódico convencional. El modelo de negocio ha cambiado o
sigue cambiando, en tanto que la inmediatez, los avances tecnológicos
y los mismos hábitos sociales -en este caso, el acceso a canales o
soportes de información- se encargan de acercar los nuevos
horizontes.
¿Y
la radio? ¿Qué será de la radio? ¿Qué pasará con el medio que
sigue gozando de una amplia confiabilidad? Ahora, a diferencia de
otras coyunturas -cuando apareció la tele, cuando se impuso
Internet- no se habla tanto en términos de crisis. Quizá por eso
mismo, por haber ganado con valentía, imaginación y profesionalidad
las batallas anteriores, en las que estaba en juego su supervivencia.
La radio sigue conservando esa mala salud de hierro, convertida en
tópico, después de haber sido la frase en múltiples ocasiones. Las
emisoras, por reducidas que parezcan, siguen aportando luces y voces.
Cierto que algunos de sus destacados profesionales terminan dando un
salto para integrarse en otros proyectos audiovisuales o editoriales,
pero ahí deben aportar la experiencia única que significa la
continuidad en el dial y la fidelidad de los oyentes captados
programa a programa, transmisión a transmisión.
Cierto
que hay debilidades, que la descentralización no termina de cuajar y
que la saturación de un mismo género -léase tertulia- está
restando audiencias; pero aún así el medio radiofónico continúa
siendo de los primeros consultados cuando hay algún acontecimiento o
suceso relevante y registra unos índices de crecimiento
publicitarios muy estimables.
La
radio es permeable y dispone de una gran capacidad para adaptarse a
escenarios donde hay que competir. De hecho, la transformación
digital era todo un reto y está claro que lo ha superado con creces.
Aquella participación de otrora, unas pocas llamadas en antena o
preguntas transcritas con ánimo ahorrativo e identificadas al
límite, se ha convertrido en un espacio fijo de integración de
redes sociales: se leen correos electrónicos, hasta se emiten audios
de voz de los oyentes y cada vez son más frecuentes las incursiones
con los 'podcast' (archivos de audio o emisión multimedia, apta para
ser consumida por suscriptores) hasta constituir un reclamo
comercial.
La
radio sigue conservando encantos por su propio consumo: se sigue
oyendo mientras se hace otra tarea a la vez. Otros medios compiten
ferozmente por el tiempo que los ciudadadanos dedican a leer
titulares, cartas de noticias, chats en dispositivos móviles,
comentar fotos y hasta exprimir juegos innovadores. Pero la radio
“navega” por otros mares: prefiere esforzarse en los valores de
la cercanía y la credibilidad. Eso le permite, por un lado,
mantener la vitola de valor refugio para los anunciantes; y por otro,
transmitir la idea de pertenencia a una comunidad, la de los oyentes,
que se ganan con constancia, con originalidad, rigor informativo y
con contenidos apropiados para los eternos principios: formar,
informar y entretener. Se podrá decir que en la radio ya está todo
inventado pero no es del todo exacto cuando es posible seguir
programas con reclamos o secciones novedosas, bien llevadas y
combinadas, cuando se cultiva un estilo con precisión y elegancia,
cuando se nota en las voces y en los énfasis ese espíritu de
superación que anula los rasgos rutinarios y los sonsonetes
monocordes,
Que
le echen crisis a la radio: ahí sabrá remontarlas.
1 comentario:
Buenos días
No estoy de acuerdo con su afirmación: "la transformación digital era todo un reto y está claro que lo ha superado con creces."
Éso ocurrirá cuando se legisle y permita la transición desde la FM (radio analógica) al DAB+ (radio digital) o a cualquier otro estandar que vaya saliendo. En España, por ahora, sólo se ha legislado sobre el DAB (obsoleto) y se ha reducido su cobertura a parte de las ciudades de Madrid y Barcelona. Actualmente, y en dichas ciudades, sólo Radio María emite en DAB+. Mientras, en nuestra Europa, Noruega está apagando la FM (totalmente al final de año)
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