Es
curioso leer al presidente de la República de Venezuela, Nicolás
Maduro, que “no aceptará gobernadores golpistas”. Él,
precisamente él, inductor de un auténtico golpe de Estado como
'fabricar' una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) a base de todos
los peocedimientos fraudulentos que imaginarse puedan en una
convocatoria electoral democrática. ¡Cómo sería que la empresa
contratada para llevar a cabo el escrutinio denunció 'por lo menos,
un millón de votos' favorable al Gobierno!
Y
es Maduro -quien como los buenos tiranos, ambiciona sin límites-
quien todavía se atreve a hablar de gobernadores golpistas. Ahora,
para las elecciones regionales del pasado domingo, tampoco le
bastaron fullerías, presiones, abusos mediáticos y hasta
intimidaciones para consolidar el totalitarismo que el fiel Diosdado
Cabello se encarga de lucir con su mazo y con el lenguaje sarcástico
y provocador que sea menester.
Igual
la culpa no es exclusiva del régimen sino de la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) que decidió participar en los comicios. ¿Para
qué lo hicieron si ha ocurrido lo que todos sabían? ¿De qué vale
ahora lamentarse, denunciar fraude, reclamar actas, pedir auditorías
si el Consejo Nacional Electoral (CNE), la fiel e imperturbable
Tibisay Lucena, ya ha cumplido por enésima vez su papel? ¿Sirve no
reconocer los resultados y hasta denunciarlos ante los observadores
internacionales? Algún periódico resistente a la fracasada
revolución no arría la bandera y titula que “la ciudadanía se
impuso los obstáculos del CNE”, detallados, por cierto, en la
primera página. La vida sigue igual, el chavismo continúa su
azaroso camino en Venezuela, donde el régimen, según el CNE, se
queda con diecisiete gobernaciones y la oposición, con cinco,
después de haber perdido Miranda donde el beligerante Capriles no
aguantó.
Duele
pero Venezuela, cada vez más aislada, no tiene remedio. De crisis en
crisis, como dijimos en pleno verano cuando caían los jóvenes
estudiantes en plazas y avenidas mientras Maduro y Cabello avanzaban
con paso firme hacia la constituyente y ahondaban en la fractura
social. Si la oposición creía que podía haber 'sorpasso' en
algunas gobernaciones, se ha equivocado de pleno: el régimen no lo
permitiría. Ahora humillarán a los gobernadores opositores, no
transferirán fondos, les harán la vida imposible desde Caracas. La
ANC aparecerá henchida, los prebostes del chavismo lucirán sus
poderes... y la gente seguirá haciendo colas para comprar pan,
traspasarán a Colombia, no cobrarán pensiones o lo harán
fraccionadamente y el país, a la espera de una subida de los precios
del combustible, calculará los precios en yuanes mientras los
consumidores aguardan tres horas y más en una gasolinera para llenar
su tanque. Mientras, la MUD seguirá debatiendo internamente y
perdiendo tiempo en estrategias inútiles.
El
presidente no aceptará gobernadores golpistas. No, no lo parece, es
un sarcasmo. Cuando todo daba a entender que el régimen
'chavomadurista' daba sus últimos estertores, unos inyectables de
errores estratégicos y de contradicciones políticas así como el
propio cansancio del pueblo lo han reanimado.
Lamentablemente,
no hay remedio.
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