martes, 31 de octubre de 2017

EL FENÓMENO 'AIRE LIBRE'

En varios foros hemos hablado últimamente de Aire Libre (1943-1965), un semanario de contenido deportivo dirigido por Julio Fernández (ex jugador del Club Deportivo Tenerife) y que aparecía los lunes. En él, de la mano de Juan Cruz Ruiz, que ya se había hecho con un sitio entre los colaboradores fijos, publicamos nuestro primer texto periodístico, una breve entrevista con Andrés Carballo Rodríguez, compañero de aula y jugador del Infantil Peñón. Teníamos once años: ahí ya rumiaba la vocación.
Manuel González Rodríguez (DEA Universidad de La Laguna) presentó en el I Congreso de Periodismo Canario de la Real Sociedad Económica Amigos del País de Tenerife una interesantísima investigación sobre los orígenes del periodismo deportivo en Canarias, centrada prácticamente en la evolución del semanario, nacido en pleno conflicto bélico.
Nuestros recuerdos de entonces alcanzan a ver un niño que a duras penas tecleaba aquella vieja Olympia Lettera 22 a los ojos de los abuelos y que acompañaba a Cruz en el campo El Peñón, tomando notas, alineaciones y goles, para luego seguir hasta la centralita telefónica ubicada en el edificio de Hernández Hermanos desde donde se pedía conferencia a cobro revertido para transmitir los resultados y las primeras impresiones de los partidos vistos.
Pero también son memoria de lo que ocurría los lunes, años sesenta, cuando no se publicaban los periódicos sino Hoja del Lunes, que también traía información deportiva, aunque no tan abundante como Aire Libre cuyos voluminosos paquetes llegaban al Puerto alrededor del mediodía.
Era enorme la expectación. Colas de compradores que aguardaban en la plaza del Charco o se agolpaban en los exteriores de la Librería Tenerife donde su propietario, Fernando Luis de la Guardia, muchas veces se ocupaba personalmente de la venta o distribución mediante una peculiar y doméstica fórmula: primero, los suscriptores -que a veces eran de la semana anterior-; y luego el resto de compradores, ávidos de resultados, de crónicas, de fotos y entrevistas. Al fútbol regional dedicaban un generoso tratamiento. También al boxeo, a la natación y a la lucha canaria. Los éxitos en estas disciplinas eran siempre ponderados, como si se quisiera fomentar sus valores y los afanes de superación.
La publicación aparecía con cuatro y ocho páginas. Se vendía al precio de una con cincuenta y dos pesetas. La gente esperaba, sobre todo, por los resultados. Pero devoraba las crónicas de Álvaro Castañeda, Tomás Cruz, Salvador Pérez 'Paladín', Modesto Delgado, Rodríguez Mesa, Juan Villar,  Andrés Chaves (Achaso), Antonio Nóbrega, Somar... y las del propio Juan Cruz Ruiz. Había informaciones de Andrés Llombet y Antonio Lemus. Perdón por las omisiones: seguro que había otras firmas.
Por fortuna, se conserva la colección, a la que se puede acceder en el portal Jable, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, un auténtico archivo de prensa digital. También está en la biblioteca pública municipal de Santa Cruz de Tenerife. Para los nostálgicos y para los coleccionistas, es muy recomendable: el deporte más cercano al final de los cuarenta, durante los cincuenta y en la primera mitad de la década siguiente recibe un tratamiento periodístico digno. Aire Libre, con sus limitaciones y en medio de circunstancias nada favorables, se convirtió entonces en un fenómeno de la comunicación.

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