Se cumplen hoy dos
meses de su publicación. Que sepamos, ni el gobierno local ha dado una
explicación ni la oposición ha hecho una mísera pregunta. O sea, que el
anunciado Servicio de Atención a Turistas Extranjeros (SATE) sigue durmiendo no
se sabe muy bien qué sueños. Bueno, el de las fruslerías y el de las
mendacidades. Ahí se encuadran. Dudosa capacidad de gestión y poco apego a la
necesidad turística. Es lo que hay.
Hace dos meses, en efecto, que
publicamos la entrada que, naturalmente, hoy vamos a reproducir. Poco caso le
hacen al bloguero. Pero eso es lo de menos. Lo grave es generar expectativas y
luego dejarlas pasar. Ejemplo de desidia política y de importar cuatro palmos
de narices el incumplimiento. Total, ¿qué es una raya más para un tigre? Para
anunciar y no hacer, es preferible no anunciar.
En fin, lo que
escribimos y publicamos el 21 de diciembre de 2017 era lo siguiente:
“En estas cosas que se repescan durante los últimos
días del año, esas consignadas a beneficio de inventario, aparece en el Puerto
de la Cruz, en medio del sueño inabarcable de las infraestructuras que goza el
gobierno local, forzado a destacar la conexión para la carga de vehículos
eléctricos como válvula de escape, aparece el SATE.
¿Qué es el SATE? Son las siglas del Servicio de Atención
a Turistas Extranjeros, cuya creación e implantación fue anunciada en el curso
de una Junta Local de Seguridad celebrada el pasado mes de julio, fruto -decían
entonces los responsables- de un convenio entre el ministerio del Interior y el
Ayuntamiento, que ya estaba redactado -decían más- y solo estaba a la espera de
las rúbricas pertinentes. El Servicio quedaría instalado en dependencias
municipales pero eso sí -seguían diciendo- gestionado por efectivos del Cuerpo
Nacional de Policía. “Establecer un nuevo medio que ayude a incrementar la
experiencia positiva que recibe el turista en el Puerto de la Cruz, con el
objetivo de fidelizar al visitante”, declaraban como intenciones.
Eso fue en julio pero del SATE nunca más se supo.
Bueno, sí: a finales de agosto, con la finalidad de estudiar y aplicar las
directrices del ministerio del Interior para llevar a cabo en zonas turísticas
después de las acciones terroristas perpetradas en Catalunya, en el curso de
otra reunión en el Ayuntamiento mantenida por responsables municipales y
policiales, se vuelve a mencionar que el Servicio está a la espera del
mencionado convenio.
Hasta que en las primeras fechas de octubre se anuncia
que es inminente la apertura del SATE cuya sede sería la antigua oficina de
turismo, ubicada en plaza de Europa que también aspira a acoger -esas al menos
son las intenciones del gobierno municipal- las dependencias de la policía
local. Se hablaba incluso de algunas características de funcionamiento: dos
policías, de lunes a viernes, con servicios de traducción e intérprete que
ofrecería el Ayuntamiento.
Termina diciembre, termina el año y no se sabe si ha
sido necesario revisar el convenio o de qué depende para su firma, ni si ya ha
sido trasladado y a dónde el departamento de turismo -¿no había también
recursos humanos de otras áreas de la administración local?- ni si los
supuestos preparativos del personal que ha de funcionar en el Servicio han
culminado felizmente, de modo que el SATE esté, desde su apertura misma, lo que
se dice en plenitud de prestaciones, tanto que se quiere “fidelizar al
turista”, especialmente -otro suponer- a aquel que haya podido sufrir alguna
contingencia de esas que no dan ganas de repetir la visita.
En definitiva, ¿qué fue del SATE? Habría que ser más
cuidadosos y precavidos con anuncios de este tipo y con las gestiones que se
requieren para poner en marcha nuevos servicios que se desnaturalizan o son
tomados muy poco en serio cuando pasan semanas y meses sin que se vea un
avance, siquiera con la firma de un convenio que parece más un codiciado objeto
de propaganda política antes que un instrumento indispensable para que las
partes expresen y conozcan sus obligaciones con el fin de materializar el
servicio.
Termina 2017 y ni SATE ni sombras de su alumbramiento.
Es lo que tienen esos inventarios en cuyo ¿haber o
debe? se anotan, sin seguridad alguna, proyectos o propósitos que luego no se
cumplen. Total, el papel aguanta todo lo que le echen, que se decía
antiguamente. Ahora, en algún sitio repiten algo así como 'maldita hemeroteca'”.
Se van a cumplir los dos primeros meses de 2018. Un toque poético, de Silvio Rodríguez, para acabar:
“¡Y cómo pasa el tiempo!”.
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