A
ver cómo le dan la vuelta los responsables de las administraciones
competentes -porque se la darán y seguro que el PSOE saldrá
escaldado- a la denuncia de la falta de previsión que concluye con
un cierre nocturno, desde el 3 de abril al 30 de junio del aeropuerto
'Reina Sofía-Tenerife Sur', hecha por el secretario general de los
socialistas tinerfeños y alcalde de Guía de Isora, Pedro Martín.
Obras
de mejora en la única pista de operaciones motivan el cierre
temporal de la infraestructura. Damos por sobreentendido que es el
horario más adecuado, el menos perjudicial, el de menor tráfico de
operaciones y que los trabajos son inevitables. No se dice en la
denuncia el alcance del impacto pero es evidente que lo tendrá. De
hecho, el dirigente socialista habla de que la compañía Ryanair
ya anuncia cancelación de
líneas y vuelos. Atentos a ello porque el período señalado
comprende unos meses desiguales (más bien, temporada baja) en lo que
a ocupación turística se refiere. Y el problema no afecta solo al
sector turístico y a la productividad económica sino también a la
movilidad de los ciudadanos en general.
Claro:
no hay una segunda pista. Esta es la causa de los perjuicios. Es una
vieja demanda. Y la carencia se hará ostensible. Estaba prevista en
el plan director del citado aeropuerto desde 1977 y ya ha llovido
desde entonces. Millones y millones de pasajeros, miles y miles de
operaciones, reformas interiores, mejoras para unas prestaciones más
funcionales... pero se olvidaron o fueron posponiendo la segunda
pista. Se supone que ese es el fundamento de lo que se considera
“falta de previsión”, atribuida en este caso a los Gobiernos de
España y de Canarias.
La
iniciativa socialista -apoyada, un suponer, por alcaldes de todo
signo y por entidades de la vertiente sur de la isla- es válida en
cuanto agilizará alguna solución y la propia actuación sobre el
terreno, además de la tramitación del proyecto de construcción de
la segunda pista, pero ojalá que no entre en el pantanoso terreno de
la controversia política, muy dada por estos pagos, como bien se
sabe, a una muy poco productiva inversión de tiempo y energías.
Pero
no es cuestión de ver quién lanza mensajes de réplica o reproches
más ocurrentes sino de mancomunar esfuerzos para minimizar las
pérdidas e impulsar las soluciones. Se trata de poner a prueba la
solidaridad, el entendimiento y la propia capacidad de gestión.
Mucho se sigue hablando de la cooperación interadministrativa:
bueno, pues ahí tienen, en el ya insuficiente aeropuerto sureño,
una oportunidad para ponerla a prueba.
Ese
sí que es un reto. Tanto emplear el término hasta convertirlo en un
tópico de programas y discursos. Hay que afrontarlo sin reservas.
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