Estamos
ya en el tiempo que los políticos, en general, se mueven al ritmo de
las encuestas o por gestos populistas que tratan de anular a los
adversarios, no importa que estos sean aliados gubernamentales en las
instituciones. Consideran, poco menos, que una foto es determinante
para lucir cumplimientos y captar intenciones. Es el tiempo de las
primeras piedras o del corte de cintas, de los anuncios rimbombantes,
de expectativas retroalimentadas y propósitos renovados, de las
zancadillas y las jugarretas (en el argot político, 'putaditas')...,
de toda la presión posible sobre los terminales mediáticos y de la
elusión del debe con discursos de cada vez más difícil
construcción, si bien nadie desdeñará la posibilidad de descargar
las responsabilidades en terceros.
Las
encuestas, por cierto, empiezan a revolver el patio de la derecha.
Muy elevado ese 85 % que registra una de ellas partidario de que el
presidente Rajoy se marche y facilite el paso de otro candidato.
Igual de elevado es el porcentaje (hasta un 62) de los encuestados
que, siendo votantes del PP, están de acuerdo con un relevo en la
candidatura a la presidencia del Gobierno. El propio Rajoy y los
estrategas del partido gubernamental han de moverse a partir de ahora
en unas arenas movedizas que no conocían desde los tiempos en que el
duro paso por la oposición se acercaba a su final y el acceso al
poder era inminente. Habría que hurgar, desde luego, para encontrar
un sondeo de opinión en que, con cocina o sin cocina, hubiera
vientos en contra. Eso sí: han sido conscientes de que la valoración
individual del presidente no era la más favorable; pero, con
corrupción demostrada o por demostrar judicialmente, era
prácticamente la única opción y con ella han continuado como
apuesta recta.
Pero
ahora se producen unos avances que parecen incontenibles de
Ciudadanos (C´s), constatados en las últimas elecciones de
Catalunya, cuyo triunfo está siendo cuidadosamente administrado para
no quemarse del todo. Por eso, hacen oídos sordos a los cantos de
sirena que lanzan desde el Partido Popular (PP) para que asuman
responsabilidades. Prefieren los estrategas de Rivera no replicar los
que ya son ataques descarados del aparato popular y ocuparse de
asignaturas pendientes como es la de la implantación territorial en
la que van algo atrasados.
En
una de esas encuestas, la de Metroscopia, C's
se sitúa, con un 28,3 % de expectativa de voto, con seis puntos y
medio por encima de los populares. Y aunque la del Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS) dice precisamente lo contrario
(la misma diferencia pero a favor del PP), lo cierto es que en el
estado mayor y en las filas de éste parece haberse instalado la
desconfianza pues ya se factura a la baja, bien es verdad que la suma
de intención de voto del centro-derecha (más del 50 %) es muy
superior a la de la izquierda (por debajo del 40 %), lo que obliga a
los estrategas a ir modulando discursos y tentando a diestra y
siniestrta a ver cómo se configuran los escenarios del pactismo que
viene.
Pero,
bueno, como siempre hacemos, relativicemos todos los sondeos, que
antes habrá una prueba con elecciones europeas, autonómicas y
locales donde todos se juegan mucho. De aquí al verano, Rajoy habrá
de decidir aunque reste importancia a eso de ir ganando en las
encuestas. Lo importante es si, para frenar la caída, termina
anticipando la convocatoria de los comicios.
Que
todo es posible en el patio de la derecha.
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