Las
lluvias copiosas ponen al desnudo algunas deficiencias que se hacen
ostensibles. Las goteras, por ejemplo. Las hemos padecido en el Bar
Dinámico del Puerto de la Cruz,
en la plaza del Charco, otrora médula espinal de lo portuense y
ahora un establecimiento en decadencia abandonado a su suerte y cuyo
mejor espejo de decadencia es que mientras todo el cinturón de
cafeterías a su alrededor aparece casi pleno de ocupación mientras
están abiertas, la más popular y conocida presenta muchos vacíos.
En
el costado sur, concretamente, donde algunas mesas y sillas se veían
literalmente empapadas, mientras en otras, las más resguaradas, los
clientes hacían verdaderos esfuerzos por evitar verse afectados por
las goteras o salpicados. Nada que reprochar al personal, que
bastante tenía con soportar algunas quejas.
El
caso es que el Dinámico, incluido
en el objeto social de la empresa pública Pamarsa, si
no lo han modificado a lo largo de los últimos meses, es el latente
ejemplo del abandono y de la desidia de sus responsables. En pleno
centro de la ciudad, las prestaciones y la imagen no son lo más
edificante. Es como si se quisiera propiciar su fenecimiento para
que, si alguna vez se plantea una modificación del citado objeto
social o una nueva concesión o una privatización de facto,
apareciera la realidad física lo más libre de cargas, lo menos
gravoso para los nuevos adjudicatarios.
No
es por comparar pero resulta llamativo que se aspire a disponer en
este municipio de grandes infraestructuras o de nuevas dotaciones
cuando luego no hay capacidad para reparar una goteras en un
establecimiento público que gozó de gran aceptación popular.
Los
clientes se sentaban, se mojaban y se iban, claro. La pregunta es si
tanto cuesta subir al techo y proceder a la reparación. Igual sí,
pero no hay liquidez para afrontarla. Antes, en el marco jurídico de
las sociedades públicas, había una figura, el Plan Anual de
Inversión y Financiación (PAIF), de obligada consignación
presupuestaria y que, independientemente de objetivos y cuantía,
servía para obras, servicios y atenciones puntuales como pudiera ser
esta.
Pero
no se sabe lo que el gobierno local quiere hacer con Pamarsa
ni con las unidades de
explotación que aún le quedan. Y así van pasando los meses del
mandato, entre desconocimiento y carencia de una mínima
planificación. ¿Quién se ocupa del Dinámico? ¿Cuál
es su destino? Las preguntas deberían tener respuesta, al menos como
declaración de intenciones. Preguntar más, pedir más sobre
aspectos concretos de la gestión, personal, contratación,
provisiones y demás puede parecer demasiado. Hace mucho tiempo que
no se palpa una desatención y una insensibilidad tan acusada hacía
la gestión de lo público.
Hagan
algo por la techumbre del Dinámico. Por
decoro, por el mantenimiento de los clientes que aún prefieren ese
marco para sus conversaciones cotidianas, para sus encuentros
habituales. Las goteras, ahora mismo, los ahúyentan.
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