martes, 6 de febrero de 2018

LA LISTA MÁS VOTADA, OTRA VEZ


Primero fueron los contactos entre Albert Rivera (Cs) y Pablo Iglesias (Podemos) para acercar posiciones en el enésimo intento de reformar la Ley Electoral. Y después han sido las encuestas más recientes que confirman el alza de la formación naranja, tercera en intención de voto.

El caso es que el Partido Popular (PP)  ya siente el aliento de Ciudadanos en el cuello. Curioso: parece sobreponerse a los casos de corrupción, a las incertidumbres catalanas y a las tímidas revueltas internas, pero le inquieta el crecimiento de Rivera y Arrimadas en tanto que sustenta un proceso de implantación territorial, consciente de que si alcanza categoría de fenómeno –como lo fue Podemos- sería un directo perjudicado.

Y montan los conservadores el contrataque. Rescatan una vieja idea -algunos la estamos preconizando desde 1995- consistente en garantizar que en los ayuntamientos gobierne la lista más votada. La han trasladado ya al PSOE, que se ha mostrado partidario y ha sugerido, incluso, la fórmula de aplicar una segunda vuelta tras los comicios municipales.

Es cierto que casi todos los intentos anteriores fracasaron porque la voluntad política se diluía entre las dificultades de aceptación de otros partidos y las estrecheces de tiempo. Este es un asunto que requiere calma y negociación, desde luego, pues, de materializarse, produciría un vuelco político considerable. En las propias organizaciones hay gente que se sigue mostrando muy escéptica: es la más reacia a generar cambios de imprevisible calado.

Básicamente, el PP pretende que acceda a la alcaldía el candidato más votado, siempre y cuando superara el 40% de apoyos y obtuviera una ventaja, hecho el cómputo de votos, de siete puntos. El PSOE parece que se opone a esta segunda circunstancia, a la espera de aclarar la viabilidad de pactos, y mantiene su alternativa de llevar a cabo una segunda vuelta entre las dos primeras candidaturas una semana después.

Algo se mueve y el tiempo y las negociaciones dirán si los partidos acercan posturas para alcanzar un acuerdo satisfactorio aunque no se oculta que el interés de algunos de ellos lleva aparejado algún tipo de freno para los que, como Ciudadanos, quieren aprovechar la intensidad de la corriente y desembocar en una fuerza electoral con sólidas aspiraciones.

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