miércoles, 31 de enero de 2018

DICE MARICHAL...

Le está cayendo la de Dios es Cristo al presidente de la patronal hotelera y extrahotelera de Tenerife (Ashotel), Jorge Marichal, a cuenta de su afirmación, elevada a primera página, abriendo el periódico (El Día): “En este país, quien se deja explotar es porque quiere”, era el mensaje que luego, cuando ya sonaban los primeros truenos y relámpagos, quiso rectificar. Estimable intención pero no creemos que muy afortunada. No debió nunca decir lo primero; el daño ya estaba hecho y la repercusión difícilmente admitía matices e interpretaciones.

En un sector donde aún no está resuelto el conflicto de las camareras de piso, donde los empresarios, en general, han gozado de ventajas y donde en la danza exitosa de los récords no se bailan aún las piezas del crecimiento salarial; en un país donde predomina la precariedad laboral, donde hay un miedo cerval a perder el puesto de trabajo y donde la reforma laboral causa estragos, Marichal, no debió decir esa frase, servida en bandeja para el entrevistador. Lo que se dice un bombón. Seguro que lo ocurrido le servirá de experiencia, se lo pensará en el futuro antes de expresar alguna idea que, por muy original y arriesgada, termina volviéndose en contra y generando rechazos.

Quizás sea ese el problema de Jorge Marichal, posiblemente aplaudido en silencio por algunos de sus colegas, pero no más. Bueno, sí: tuvo la gallardía de admitir que dijo lo publicado. La crisis ha sido muy fuerte, el coste de la vida sigue obligando a grandes sacrificios y los trabajadores que tienen la fortuna de conservar su plaza o acceder a una, temen toparse con algún jefe muy exigente o recalcitrante y hacen o tragan a sabiendas de que reclamar es una vía que conduce, probablemente, a quedarse sin empleo. La reforma laboral se encarga del resto. No es que quieran dejarse explotar ni coquetear con el esclavismo: lo que desean, simplemente, es llegar a fin de mes y tener la mayor estabilidad posible. La que anhelaba -y anhela- después de que algunos dirigentes de la propia patronal dijeran públicamente que, con la bonanza, había llegado la hora de revisar al alza los salarios. Y en Canarias -el presidente de los empresarios turísticos lo sabe- el régimen retributivo es magro. Esa es la cuestión.

Pasará la tormenta (no va con segundas) y dentro de nada, con otra feria o con algún anuncio de esos que elevan las expectativas, aunque luego no se cumplan, el mensaje de Marichal se diluirá puede que con solución comparativa de asalariados de otros sectores. De momento, ha sacudido a la órbita empresarial, al hecho turístico, a los espacios políticos y al ámbito mediático. Ojalá fuera tan fácil como ha querido decir. Ojalá.

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