La
desapacible matinal del domingo se llenó de tristeza apenas se
conoció la noticia del fallecimiento de Jesús Hernández Acosta
(1932-2018), notable profesional de la abogacía y destacado
intelectual de la Villa de La Orotava, a la que dedicó no pocos
afanes.
Le
conocimos en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC)
del que fue un auténtico sostén durante muchos años en que ejerció
como secretario de la entidad. Siempre sensible con el hecho
cultural, se preocupó enormemente por la marcha del IEHC y por su
proyección, especialmente del Curso de Español para Extranjeros y
de la conmemoración de la festividad del 12 de octubre. Gestionó
personalmente la presencia de destacados autores y conferenciantes,
entre ellos el premio Nobel, Miguel Ángel Asturias.
Antes
se había significado como destacado componente de Acción Católica
juvenil de su Villa natal, donde también ejerció como secretario de
la prestigiosa institución Liceo de Taoro, donde era habitual de las
exposiciones, conferencias y actividades que allí se desarrollaban.
Licenciado
en Derecho por la Universidad de La Laguna (1956), siempre elegante,
con perfiles de 'gentleman', derrochó un humor cáustico a medida
que hacía alardes de memoria recordando acontecimientos y sucesos
ocurridos en la isla, sobre todo en La Orotava y Puerto de la Cruz en
cuyos círculos profesionales se desenvolvía con facilidad y don de
gentes. Buen conversador, escuchaba los testimonios de sus
contertulios para luego abundar en ellos o precisar algunos hechos.
Es autor de un pregón de las laguneras Fiestas del Cristo y de una
brillante intervención en unas jornadas del Gabinete Literario de
Las Palmas junto a Juan Rodríguez Doreste y Néstor Álamo. Se
preciaba con la amistad de Jerónimo Saavedra Acevedo, actual
Diputado del Común.
Esposo
y padre ejemplar, lector empedernido, muy bien informado, atento a
los derroteros de la actualidad, le encantaba hacer añadidos a los
titulares de prensa cuando algún cargo o personaje público
manifestaba alguna 'boutade' que contrastaba con su capacidad
memorística y las incoherencias de aquéllos. Curiosa dualidad la
suya: contaba el anecdotario portuense (haciendo bueno el dicho 'en
lenguas del Puerto te veas') en sus conversaciones villeras, con los
allegados de la juventud y de toda la vida; en tanto que su asueto
portuense, con amigos de toda condición social y en variados
ambientes, lo llenaba de vivencias y leyendas urbanas de La Orotava.
Hombre
también de profundas convicciones religiosas, hizo gala de respeto y
tolerancia. Incursionó en política en 1979, cuando España aún
despertaba la democracia que habría de recibir un espaldarazo con
las elecciones de abril de aquel año. Hernández Acosta encabezó la
candidatura de la Unión de Centro Democrático (UCD) que ganó en
votos (4.442, el 35,06 %) a la Agrupación Independientes de La
Orotava (AIO) que quedó segunda con 4.025 votos y el 31,77 %).
Igualados a ocho concejales, los independientes pactaron con la Unión
del Pueblo Canario (UPC) y el PSOE, tercera y cuarta opciones en el
cómputo final, para formar gobierno y otorgar la alcaldía a
Francisco Sánchez García. Ejerció un tiempo en la oposición pero
no concluyó el mandato, el primero del moderno municipalismo
español.
Su
pasión, la historia. De no haber sido abogado, seguro que hubiéramos
estado ante un historiador de postín. Pero los antecedentes
familiares pesaron más y la inclinación jurídica fue inevitable.
Los
rincones y los foros de la Villa se quedaron desde ayer sin uno de
sus activos participantes, como antes ocurriría con Ignacio
Torrents. Recordaremos sus rasgos, su personalidad, sus dotes y su
sapiencia.
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