En
el curso de la semana pasada, dos sucesos inquietantes -uno de ellos,
fatal; el otro, preocupante- en núcleos vecinales próximos, con
mujeres víctimas. Un asalto domiciliario, una mujer maniatada; una
agresión mortal, una tragedia familiar.
La
quietud habitual del Valle se vio alterada en el corto espacio de
unos días. No estamos acostumbrados y la gente, natural, se
sobresalta. Testimonios sobrecogedores, imágenes que alcanzan
difusión nacional.
Un
modus operandi que da pie a
investigaciones policiales profundas en el primero de los casos, no
solo para identificar y localizar a los autores sino para averigüar
y estudiar los métodos seguidos.
Por
desgracia, en el otro suceso, la agresión violenta y asesina con
arma, circunstancias similares concurrentes en otros crímenes para
que este quede señalado como el primero del año en las islas y en
el país. Y aquí, tuvo que ser aquí, en el apacible Valle, en los
tranquilos pueblos donde estos hechos sobrecogen el alma.
Y
donde dejan un reguero de preocupación. La sociedad está enferma,
de acuerdo, y estos son ejemplos que lo reflejan. Pero no basta con
resignarse, condenar y solidarizarse. Hay que hacer cuanto esté al
alcance para impedir que episodios así se repitan, sobre todo en el
entorno. Más civismo, más educación, más valores, más mecanismos
preventivos, más ética, más precaución... Menos difusión que
incite actuaciones tan ilegítimas como violentas, menos indolencia,
menos desapego, menos irrespeto... Las enfermedades tienen su terapia
pero quienes las padecen deben poner de su parte.
Esta
vez la agresividad y la violencia han tocado muy cerca. Es para que
nos demos cuenta de la sensibilidad que despiertan. Todo los que
hagan los poderes públicos puede parecer poco si no hay una
respuesta ciudadana consecuente. Es difícil ir contra
comportamientos irracionales y tremendistas pero hay que ir. Ya vemos
que están ahi fuera mismo.
Ánimo
y solidaridad. Y a esmerarse en la aplicación de esas terapias.
1 comentario:
Hola Salvador, La Quietud alterada, buen titular para una macabra acción. Acción de matar, palabra antaño muy rara, casi inexistente. Sé que hay razones que nublan la razón, pero hay conceptos inviolables. Matar, la vida es sagrada, Dios la da y Dios la quita.
Este terrorismo contra la mujer tiene que parar. ¿ cómo? Ahí está la solución, aplicar medidas de todo tipo, psicológicas, pedagógicas, sociológicas y cooperativas socialmente. Ante una manifestación anormal, el ciudadano está obligado a reaccionar, los cuerpos del Orden Público, están para protejernos pero es necesario la coperación ciudadana...
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