El
alicaído Carnaval del Puerto de la Cruz anda envuelto ahora en una
de esas absurdas polémicas que, lejos de reactivarlo, o reanimarlo,
merma todavía más su proyección y su propia capacidad de acogida y
participación. Anda el personal bastante desconcertado y desanimado
con la oferta carnavalera, de modo que si le añaden ingredientes de
esos que terminan desnaturalizando, mal rumbo para la fiesta.
La
controversia es una cuestión horaria. A alguien se le ha ocurrido
-seguramente razones habrá- modificar el comienzo del coso -otrora
llamado, en programas y manifestaciones varias, apoteosis, con razón,
desde el momento que era una manifestación de gran entusiasmo en
algún momento de una celebración colectiva- señalado para las
cuatro de la tarde, incluso desde cuando tenía lugar el lunes
carnavalero, para arrancar a las seis, cuando atardece. Pero cuando
va quedando menos luz diurna, uno de los grandes factores de
brillantez y esplendor a poco que hiciera buen tiempo.
Dicen
que, entre esas razones, figura la posibilidad de contar con grupos
carnavaleros de Santa Cruz de Tenerife, desde hace unos años
desaparecidos bien porque despiden en la capital su gran fiesta bien
porque los responsables de esta no les permiten -dicen también-
participar en la portuense.
Sea
como fuere, el coso del Puerto de la Cruz no se levanta con un cambio
horario. Y menos como el que es objeto de la polémica. A las seis,
que en la práctica será, como mínimo, media hora más tarde, no
solo palidece el día sino que la mayoría de turistas alojados en
sus hoteles -principalmente los de 'todo incluído'- querrán
prepararse y acudir puntualmente a la cena (los comedores se abren
alrededor de las siete). Entonces, resultará complicado -salvo los
que se alojen en establecimientos cercanos y vayan directamente, sin
pasar por las habitaciones- que acudan como espectadores que vienen a
divertirse y a disfrutar del supuesto espectáculo. Si a eso se añade
que la noche se echa encima más rápido de lo que percibimos, mucho
nos tememos que el coso termine adjetivándose nocturno. Ni siquiera
un supuesto argumento 'ahorrativo' como pudiera ser la supresión de
la cabalgata anunciadora, sería válido para aprobar la ocurrencia
del nuevo horario.
Vamos
a ver: a lo largo de los últimos años, se ha demostrado el
empobrecimiento del Carnaval portuense, sobre todo, del coso, poco
atractivo, menos musical, con evidente menor participación y menos
atractivos. Una celebración como esta, el coso como una de las
principales convocatorias del programa carnavalero, no debe estar
-salvo alguna coyuntura excepcional y forzada- supeditada a
modificaciones horarias sino a un trabajo más serio y continuado de
fortalecimiento de los propios contenidos carnavaleros, esto es, el
fomento de los grupos, el estímulo de sus bases, las dotaciones de
ayudas y locales para que haya ambientes adecuados que, de paso,
hagan crecer el espíritu -y la materia- de la fiesta.
Una
concentración en movimiento, un desfile de grupos, colectivos o
individualidades, tiene éxito -y proyección turística, no nos
olvidemos- si está cuidado y cultivado desde dentro, si cuenta con
alicientes -la participación de representaciones alemanas o de otra
nacionalidad es digna de consideración- y se hace en fechas, marcos
y horarios apropiados. La gran verdad es que en el Puerto hay menos
grupos y los ánimos carnavaleros se han debilitado.
Esto
es lo que hay que revisar y corregir. Hoy ya, casi en todos sitios,
se hace Carnaval, con su dimensión y su afán de divertimento. Es
una fiesta en la que hay que cuidar la propia personalidad y buscar
rasgos diferenciadores. El Puerto tuvo eso. Ahora ya, corre evidentes
riesgos de haber perdido encantos... y hasta su sitio o estatus
carnavalero.
Ahora,
se discute -murgas al margen, porque casi no hay- si a las cuatro o
a las seis. Como si el municipio no tuviera otras cuestiones más
serias de las que ocuparse.
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