La
luz ha subido en febrero un 2 %. Así lo ha expuesto
FACUA-Consumidores en Acción, una organización no gubernamental,
sin ánimo de lucro, dedicada desde sus orígenes, en 1981, a la
defensa de los derechos de los consumidores. El análisis pone de
relieve que durante el pasado año, el recibo del usuario medio se
elevó a 75,59 euros mensuales (impuestos indirectos incluidos),
frente a los 68,20 euros de 2016. En concreto, en febrero pasado, el
recibo se situó en 76,32 euros (con el 27,19 % de impuestos
indirectos incluidos), frente a los 74,81 euros de enero.
O
sea, que ni se moderan ni cesan estos incrementos. ¿Culpa de las
compañías o culpa del Gobierno? El dilema, probablemente, se
zanjará con los balones fuera que unos y otros lancen. Eso sí,
abusando de la paciencia y el conformismo de los consumidores.
Recordemos
que las eléctricas aplicaron el año pasado un serio incremento en
las tarifas de la energía consumida, hasta un 16 %, que se dice
fácil. El precio del kilowatio hora ha pasado de los 13,28 céntimos
(10,44 más impuestos indirectos, con redondeo en dos decimales) a
15,41 céntimos. Estas subidas significan un montante, a nivel anual,
de 907,08 euros, es decir, 88,63 euros por encima de los 818,45 que
abonó el mismo perfil de consumidor en 2016. El análisis señala
que el usuario medio consume 366 kilowatios/hora al mes y tiene una
potencia contratada de 4,4 kilowatios.
FACUA
es tajante a la hora de recordar que en 2017 la factura de la luz se
elevó un 10,8 %, en su criterio, un porcentaje desproporcionado.
Llega a hablar de una clara pasividad por parte del Gobierno ante la
escalada tarifaria “que denota una escandalosa complicidad con las
eléctricas para ayudarles a seguir engordando beneficios anuales
milmillonarios a costa de mantener unos escandalosos índices de
pobreza energética”. Esta organización que defiende a los
consumidores añade que a estos índices hay que adicionar cientos de
miles de de cortes de suministro por falta de capacidad de pago y una
multitud de familias que se privan del uso de la calefacción durante
la estación invernal.
FACUA
ha venido denunciando que las tarifas españolas están entre las más
altas de la Unión Europea (UE), por lo que critica severamente al
ministerio de Energía desde que su titular, Álvaro Nadal, decidió
recortar el descuento aplicable con el bono social, estableciendo una
limitaciones considerables para poder acceder al mismo. Recordemos,
en ese sentido, que la norma reguladora fijó niveles de renta muy
bajos para poder acogerse al citado bono, aunque al tiempo plantea
que cualquier familia numerosa, pese a disponer de un alto poder
adquisitivo, podrá beneficiarse de él.
Respetando
estas cifras analizadas por FACUA, el caso es que la luz ha subido un
2 % tan solo en el mes de febrero. Esto es lo que debe preocupar a
los clientes y usuarios. Las compañías, a lo suyo, a engordar la
cuenta de resultados, con la anuencia del ejecutivo, al que no se ve
un detalle para congelar o reducir las tarifas. No hay que
ilusionarse ni siquiera pensando en la proximidad de un año
electoral. Pero hay que plantearse la reducción de, al menos, un 2 %
de la intensidad energética para avanzar en la racionalización del
consumo y propiciar unas tarifas más equilibradas, incluso para
favorecer una economía más productiva. Ese es un objetivo en el que
hay que volcar voluntad política y esfuerzos de las partes. Si no,
la subida seguirá siendo pan nuestro de cada mes.
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