En
plena digestión del impacto de la jornada feminista de ayer, muchas
secuelas en nuestro país convergen en el ámbito laboral. Escuchado
el clamor de las mujeres, ¿qué pasará ahora? O si se quiere, ¿van
a mejorar las condiciones de trabajo, puede pensarse con solidez en
que la igualdad está al alcance, habrá en un futuro a medio plazo
garantías suficientes como para contrastar que las cosas están
cambiando y que ya no es solo cuestión de buenas intenciones?
Veremos,
porque el antagonismo de los modelos puede frenar la voluntad
política que se supone a los partidos. Hasta habría que ponderar el
ambiente para acertar con el momento. De momento, el Grupo
Parlamentario Socialista en el Congreso es el que ha tomado la
iniciativa con la presentación de una Proposición de Ley (PL) para
garantizar la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y
hombres en el empleo y la ocupación. Ha dicho la diputada y ex
ministra de Cultura, doctora en Derecho Constitucional, Carmen Calvo,
que su partido pone sobre la mesa “una gran Ley que tiene que ser
el instrumento de debate para la igualdad de oportunidades y de trato
en el ámbito laboral y ocupacional... [El texto] pone en tela de
juicio todos los elementos injustos y de desigualdad entre mujeres y
hombres en todo el ámbito laboral”.
El
intento va en serio y se ve estimulado por el grito y la respuesta
cosechada en el Día Internacional de la Mujer. Claro que hay
soportes: la Organización Internacional de Trabajo (OIT) dispone de
una amplia gama de instrumentos que sirven para acercarnos al ideal
de la igualdad. El principal objetivo es que tanto hombres como
mujeres, accedan, de forma igualitaria, a trabajos bien remunerados,
productivos y en un contexto seguro de libertad y dignidad humana. La
Comisión Europea (CE) viene dedicando afanes a la superación de la
discriminación que sufren las mujeres en el ámbito del empleo, de
modo que sea posible reducir, hasta su desaparición, la diferencia
salarial entre hombres y mujeres, una brecha que, según algunos
cálculos, puede ser de hasta el 16 %. Citemos también la vigente
Constitución Española que, en su articulado, proclama que debe
haber igualdad y que se prohíbe la discriminación por razón de
sexo. Aún más, el Estatuto de los Trabajadores consagra el derecho
de igualdad de remuneración por esa misma razón. Y una Ley Orgánica
de 2007, para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, fue
concebida para promover la adopción de medidas concretar a favor de
la igualdad en las empresas.
Entonces,
con estos antecedentes, y viendo que persisten situaciones injustas o
incumplimientos legales, se trata de pasar de las palabras y las
intenciones a los hechos y las garantías. Hay que asumir derechos y
obligaciones, lo cual implica sanciones cuando sea menester. Esta
iniciativa legislativa parece de máximos pero seguro que en algunos
casos viene a llenar aquellas lagunas que han venido frenando el
largo y tortuoso camino hacia la igualdad real y efectiva. Por
ejemplo, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral,
sobre la que hay numerosos testimonios que ponen de relieve las
dificultades para materializarla. Hay que garantizar también
mecanismos eficientes contra la discriminación laboral, así como la
aplicación de medidas que favorezcan la discriminación positiva en
la promoción o el ascenso de las mujeres en los puestos laborales. Y
que no se olvide otra legítima aspiración: establecer como
obligatorias las cuotas de participación de las mujeres en los
consejos de dirección de las empresas, tal y como se consigna en
directivas comunitarias.
No
son las únicas respuestas a las preguntas formuladas al principio
pero, desde luego, son otro paso para superar obstáculos y para
hacer cumplir uno de los principios fundacionales de la Unión
Europea: “A igual trabajo, igual salario”. Las mujeres quieren
garantías en un Estado de derecho y rechazan más recortes o más
trabas. Su lucha y el poder de movilización que han acreditado
sustentan las ansiadas garantías para acabar con las desventajas y
las discriminaciones. A ver si la igualdad, por fin, se consuma.
1 comentario:
efecto pasajero
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