El
Patronato de la Fundación César Manrique se reunió días pasados
por primera vez fuera de Lanzarote en el Puerto de la Cruz. Estuvo a
punto de no hacerlo, por una de esas posturas difícil de no ser
entendida como un capricho, en este caso, de responsables del
gobierno local, arreglado al final, según parece, con la asistencia
del alcalde a una cena de entrega de premios en la que anticipó la
voluntad de llevar a cabo alguna iniciativa para compensar. Esperemos
que no sea como la del Servicio de Atención a Turistas Extranjeros
(SATE) que nunca existió después de haber pasado, eso sí, el
alarde mediático.
Una
lástima porque hubiera sido una excelente oportunidad para tratar de
conciliar o hallar una alternativa a las diferencias existentes entre
el Ayuntamiento y la misma Fundación y entre el primero y la empresa
concesionaria de determinados servicios del complejo turístico
'Costa Martiánez', sustanciadas, en este caso, en una discordia que
se prolonga a cuenta del abono del cánon consignado en el contrato
correspondiente. La instalación, el famoso 'Lago', una de las señas
de identidad del municipio, un lujo universal, considerado como la
obra cumbre del genial artista lanzaroteño, está celebrando los
cuarenta años de su puesta en funcionamiento. La firma Turismo
Ocio Costa Martiánez ha hecho
un considerable esfuerzo para que el aniversario no pasara
inadvertido, sin tener en cuenta el desencuentro con el gobierno
municipal que, según dicen sus ejecutivos, han intentado subsanar
mediante el fraccionamiento de pago de la deuda contraída. Parece
que ni siquiera han atendido sus puntuales escritos de predisposición
a pagar.
Lo
cierto es que el órgano rector del Patronato de la Fundación eligió
-¡qué mejor espacio!- las dependencias del Lago para reunirse, para
recorrer el complejo y seguro que para brindar por el éxito de esta
obra singular y su futuro. No solo no fueron invitados a almorzar
sino que ni siquiera pudieron visitar la antigua sala 'Andrómeda',
reacondicionada y modernizada tras el fugaz paso del Casino Taoro, y
reutilizada para actividades socioculturales en los últimos meses.
Al final, se reunieron por su cuenta en un pequeño apartado del
recinto, sin boato ni pretensiones fotográficas propagandísticas.
No queremos pensar, francamente, que las desavenencias internas entre
los dos grupos políticos del gobierno frustraron un acercamiento con
la Fundación y con la empresa. Ni que el reparto competencial, al
recaer en áreas o delegaciones políticamente distintas, también
influye lo suyo. Negativamente. La Fundación, en cualquier caso, ya
tiene un episodio desagradable para su intrahistoria.
Es
una pena: el Lago es la joya que todos los portuenses, sin excepción,
deberíamos cuidar. “Si fuera a cobrar 'royalties' -nos confesó
personalmente en cierta ocasión el mismo Manrique- no habría dinero
para pagarme”. Hemos defendido sin reservas su titularidad pública.
Hemos dicho que no había que sucumbir a tentaciones privatizadoras.
Hemos plasmado el esfuerzo de los creadores y de los trabajadores
portuenses que allí dejaron buena parte de su quehacer. Seguimos
convencidos de que hay fórmulas de gestión útiles y productivas
que estén en consonancia con los intereses generales del municipio.
En
cuarenta años, hay toda una historia que aglutina satisfacciones y
sinsabores y de la que hay mucho que aprender. Pero resulta que no,
que siguen empeñados en disentir, en tensar y en hacer dificíl una
convivencia a la que las partes están condenados a entenderse. Y así
suceden feos como el que comentamos: una discrepancia que quiebra la
tirantez y alimenta los recelos, quién sabe si mermando las
potencialidades y las propias prestaciones del complejo. Esto sería
lo más gravoso, lo más perjudicial.
A
ver si se enteran. Menos caprichos y menos intransigencias. Manrique
y su obra cumbre se merecen otra cosa.
2 comentarios:
tienes toda la razon jose carlos gracia
mucha razon
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