Los datos de nuestra entrada de ayer, el freno que se ha
registrado en el primer trimestre del año en el ritmo de afluencia turística,
se confirman: las vacas gordas empiezan a ser historia. Un informe del banco
suizo UBS, firmado por el responsable de inversiones en España de la entidad
financiera, Robert Scholtes, titulado España:
un boom turístico que se desvanece, anticipa que la contribución al
crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del sector turístico español se
va a reducir a menos de la mitad.
La recuperación y la normalización de destinos atrayentes,
como Túnez, Egipto y Turquía, es determinante. Ahora se entenderá mejor lo de
los turistas prestados: España captó más o menos la mitad de los más de
diecisiete millones de visitantes que perdieron los citados países durante 2014
y 2015.
El informe de UBS señala que el número de turistas
extranjeros en España creció un 10,5 % en 2016 y un 8,6 % en 2017. Su predicción
advierte de una contracción al 5,2 % en el presente año y al 4,1 % en 2019.
La cuestión ahora es ver cuáles son y cómo van a funcionar
los mecanismos teóricamente diseñados para afrontar este trance que se sabía
iba a llegar. De nuevo, habrá que tener en cuenta la competencia, que
desapareció del mapa en los últimos años. Por lo tanto, habrá que esmerarse en
la disponibilidad de soportes para perseverar en la captación de mercados. Las
tendencias obligan a los sectores público y privado a entenderse, a coordinar
sus esfuerzos y a intercambiar estrategias con tal de que el frenazo se note
menos.
Porque no olvidemos que el parón va a repercutir en el ámbito
inmobiliario. La batalla de los alquileres turísticos o vacacionales sigue
librándose con desiguales resultados. Teóricamente, cabe interpretar que el
frenazo va a enfriar el aumento de precios, al menos en las zonas de mayor
demanda.
El caso es que se empieza a dibujar un panorama turístico
diferente. A ver cómo se desenvuelven en eso que se conoce por fidelización de
turistas.
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