Los
partidos políticos y las instituciones tendrán que pensárselo con
respecto a las asignaturas pendientes: a un año, más o menos, de
las próximas elecciones, las causas o las demandas sin ser
atendidas, van a requerir respuestas creíbles o eficaces, no sea que
aumente ese malestar palpable que se extiende por toda la geografía
insular, incluso territorializado. Es probable que en los estados
mayores de las organizaciones y en los núcleos institucionales de
decisión estén pensando en lo peor, esto es, no mitigar ni
controlar ese malestar: el personal no es que esté cabreado sino que
se ha cansado de tanta dilación y de tanto incumplimiento, de modo
que ha aumentado la desafección y el rechazo hacia la política, o
hacia un modo de hacer política, por lo general bastante extendido:
cuando pasan tantos años con un problema enquistado y no se aprecian
señales o avances claros en pos de su resolución, la gente se
revuelve o se desmotiva y deja de creer. Hasta muchos propios han
perdido la fe y el sentido militante, no disponen de argumentos para
jugar a la defensiva y terminan contagiados.
El
caso más reciente es el del mal llamado (por ahora) hospital del
Norte cuya infradotación ha propiciado la convocatoria de una
concentración en el exterior de la propia infraestructura. No se
sabe qué es peor: si la carencia de pediatras o que los rayos X
lleven unos cuantos meses averiados. Si las urgencias no están
debidamente equipadas o si a estas alturas se carece de un escáner.
Hasta
allí, hasta Icod de los Vinos, acudieron representantes de nueve
organizaciones políticas y de una central sindical, alcaldes,
concejales y portavoces. Ausencia de Coalición Canaria (CC) que echa
la culpa a Madrid -hacía tiempo que ese elemento desapareció del
discurso político habitual- de la carencia de especialistas
pediatras. Protestaron y reivindicaron un centro hospitalario de
segundo nivel en el que no haya carencias tan visibles y tan
lamentables. El alcalde de la ciudad del Drago, José Ramón León,
leyó un manifiesto en el que se reclamó “un cambio de filosofía
y planteamiento de la organización sanitaria”, orientado a un
modelo descentralizado que consignaría hospitales comarcales que
atendiesen necesidades asistenciales y quirúrgicas, principalmente
de pacientes de la vertiente norte insular al objeto de evitar los
desplazamientos en coche por vías más que saturadas a determinados
horarios, tanto hacia Santa Cruz como en sentido inverso. “Rechazamos
ser ciudadanos de cuarta categoría”, dijo León.
Y
como, pese a la pretensión de no salirse de los esquemas de unidad,
y de centrarse en un compromiso “más allá de las siglas a las que
se pertenezca”, y tal y tal, no hay que perder la oportunidad de
pasar la factura de las cuentas del pasado, los representantes de
algunas opciones políticas aprovecharon para reprobar gestiones y
falta de soluciones de los que tuvieron responsabilidades en la
sanidad canaria.
El
todo es que el norte tinerfeño también sufre -y también protesta-
con las carencias sanitarias como también con las carreteras. El
malestar galopa. Esa es la cuestión de fondo, la que deben
interpretar los ausentes y quienes ahora, con sus convocatorias,
están obligados, como mínimo, a consignar alternativas en ofertas
programáticas. Alternativas que, por ahora, lastimosamente, no se
advierten.
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