¿Qué
es la economía circular? Muy sencillo: un modelo económico que
plantea la gestión más eficiente de los recursos, desde su
producción y consumo hasta el tratamiento y reciclaje de los
residuos. A lo largo de los últimos tiempos, se ha venido hablando
con insistencia de ella, “una fórmula en la que la revalorización
de los residuos, la preservación de los recursos y la tendencia
hacia el vertido cero abren la puerta al crecimiento cero y a la
sostenibilidad”, según consta en la Declaración de Sevilla,
suscrita por más de doscientos alcaldes, que está permitiendo
contrastar que una suerte de 'revolución verde' está forjándose en
el ámbito de lo local. Cierto que el ritmo de adhesiones e
implicaciones va más lento de lo que se esperaba, según fuentes
municipalistas, lo que significa que aún queda mucho trabajo de
conocimiento y concienciación tanto institucional como social.
En
ese empeño deben esmerarse los responsables tanto del sector público
como del privado, hasta ser conscientes de los beneficios
medioambientales -incluido el ahorro energético- que comporta la
economía circular, así como de la oportunidad de generación de
empleo y riqueza. La Comisión Europea, en diciembre de 2015, aprobó
distintas medidas que configuraron un marco global que sirve de
soporte a la transición hacia este nuevo modelo. En nuestro país,
la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se adhirió
en septiembre del pasado año al “Pacto por una economía
circular”, suscrito en el Ministerio de Agricultura y Pesca,
Alimentación y Medio Ambiente por más de medio centenar de
entidades nacionales y representantes de todos los sectores
institucionales, sociales y económicos.
En
la difusión del alcance de la economía circular, hay un gráfico
muy sencillo que, con el título 9 acciones útiles, ilustra
lo que se puede hacer para aplicar el modelo: Cerrar el grifo
mientras se enjabona, separar residuos, apagar aparatos electrónicos,
desconectar electrodomésticos, usar bicicleta, usar pilas
recargables, usar bolsas reutilizables y disponer de bombillas de
bajo consumo. Se trata luego de contar a otros los beneficios que,
resumidos en un año, se traducen en 1.350 kilowatios/hora menos, 54
litros menos de consumo de agua y 250 kilogramos menos de basura. Con
ello se salva un árbol.
En
la aludida Declaración de Sevilla, se resalta el importante papel
reservado a los gobiernos locales en las acciones de fomento y
desarrollo de una economía circular, al tratarse de la
administración más próxima y que mejor puede prevenir los impactos
medioambientales, en colaboración, claro está, con los vecinos.
En
ese sentido, se aboga por el desarrollo de estrategias locales que
favorezcan el vertido cero, el reciclaje (especialmente de los
biorresiduos), la reducción de los desperdicios alimentarios, el
fomento del ecodiseño, de la prevención de residuos, de la
reutilización y el reciclaje y el fomento de la compra pública de
productos verdes.
En
esta fase incipiente de implantación y sensibilización, sería muy
positivo que la comunidad científica se involucrase con programas de
investigación y desarrollo de la economía circular y que estos
trabajos, a ser posible, fueran incluidos en las estrategias locales
a las que hemos hecho referencia. Sería otro sólido soporte para
contrastar el alcance de este nuevo modelo.
1 comentario:
Bravo!
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