Analizamos
la pasada semana aspectos sobresalientes del Informe del Comisionado
de Transparencia de Canarias ceñido a los ayuntamientos de las dos
islas capitalinas. Sus contenidos, pese a los avances y los ángulos
positivos, no parecen haber despertado demasiado entusiasmo. Que no
se lo tomen en plan triunfalista quienes superaron la evaluación,
vale; pero que allí donde se hayan registrado suspensos,
incumplimientos y deficiencias, los grupos de oposición no hayan
sabido o querido argumentar para exigir más sensibilidad y mayor
identificación con un factor esencial en el funcionamiento en
nuestros días de las instituciones, es preocupante y hasta
deprimente. A la larga, ser más transparentes será una señal de
salud democrática y no lo duden: los electores sabrán valorarlo.
Toca
ahora referirse a otro concepto que, en vías de desarrollo y
conectado con la transparencia, parece orientado a cualificar la
gestión de las administraciones y la participación activa de los
agentes sociales en asuntos que sí son de su interés: el Gobierno
Abierto. Veamos cómo lo definen distintos autores para entender de
qué se trata.
Para
el asesor de comunicación, consultor político y profesor en varias
universidades, Antoni Gutiérrez Rubí, “se
trata de una nueva cultura de la comunicación, un nuevo modelo
organizativo y la liberación del talento creativo dentro y fuera de
los perímetros de la función pública. No hablamos solo de
tecnología, sino de una tecnología social y relacional que impulsa
y estimula una cultura de cambio en la concepción, gestión y
prestación del servicio público." El profesor e investigador
chileno, doctor en Ciencias Políticas, Álvaro Ramírez Alujas
valora que “el
Gobierno Abierto surge como un nuevo paradigma y modelo de relación
entre los gobernantes, las administraciones y la sociedad:
transparente, multidireccional, colaborativo y orientado a la
participación de los ciudadanos tanto en el seguimiento como en la
toma de decisiones públicas, a partir de cuya plataforma o espacio
de acción es posible catalizar, articular y crear valor público
desde y más allá de las fronteras de la burocracias estatales.”
Y, por último, Don Tapscott,
considerado una autoridad mundial en materia de innovación, medios
de comunicación y el impacto de la tecnología en el mundo económico
y social, señala que “es un Gobierno que abre sus puertas al
mundo, co-innova con todos, especialmente con los ciudadanos;
comparte recursos que anteriormente estaban celosamente guardados, y
aprovecha el poder de la colaboración masiva, la transparencia en
todas sus operaciones, y no se comporta como un departamento o
jurisdicción aislada, sino como una estructura nueva, como una
organización verdaderamente integrada y que trabaja en red”.
Partiendo
de estas apreciaciones, se acepta que el Gobierno Abierto se asienta
en tres principios básicos: la transparencia, la colaboración y la
participación. El ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama,
se refirió a ellos en el Memorando que decretó en enero de 2009.
Los dos vectores comunes son la denominada 'Apertura de datos
públicos' (Open Data), consistente en la publicación de información
del sector público en formatos que permitan su reutilización por
terceros para la generación de nuevo valor, de modo que se convierte
en el insumo para la innovación; y la 'Apertura de procesos y el uso
de redes sociales y plataformas de participación ciudadana' (Open
Action) que está ideada con la finalidad de facilitar la
participación de la ciudadanía no solo en las decisiones del
Gobierno sino en la formulación y ejecución de políticas públicas.
En
España son contados los casos de gobierno abierto en el ámbito de
las comunidades autónomas y del municipalismo. Habría que
impulsarlo en el próximo mandato pero para ello es primordial la
voluntad política. Dependerá, pues, de los partidos políticos.
Dependerá del interés que tengan en mejorar los niveles de
transparencia y hasta en encontrar antídotos para la corrupción. Y
que serviría para fomentar la participación pública en las
decisiones de gobierno, seguro. Y si lo que se pretende es palpar de
verdad la eficacia de la administración pública, desde luego que
sería un pilar muy sólido.
Pero,
primero eso: voluntad política.
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