Es
noticia que candidatos nazis aparezcan en las candidaturas del
Partido Republicano de Estados Unidos para las elecciones de medio
mandato. Otra consecuencia del efecto Trump.
El
problema es que va creciendo esa oleada de extremismo e intolerancia,
tan apreciable, por cierto, en España durante los últimos meses en
las redes sociales. Esa oleada crece y crece y no se sabe dónde va a
concluir y qué se lleva por delante. Observadores políticos
estadounidenses señalan que este año hay un número sin precedentes
de candidatos fanáticos. Ya se sabe lo que ocurre con el fanatismo
extremo: brota, se deja, no se le da importancia, se consideran
hechos aislados y, al final, se desarrolla y se implanta hasta
terminar formando parte del paisaje sociopolítico como un elemento
más.
En
sectores del Partido Republicano se expresa un rechazo y no se oculta
la preocupación. Pero parece que las voces críticas van cediendo
terreno. Y volvemos al bucle anterior. Todo dependerá de Trump, de
su peculiar interpretación de la política, del populismo ilimitado
del que está haciendo gala. Tal es así que no le ha importado
apoyar en público y felicitar a algunos 'abanderados' de estas
actitudes.
Es
preocupante, desde luego, el auge de esos extremismos, acompañados
de intolerancia y de irrespeto, propensos a comportamientos
violentos. Será el propio partido el que adopte medidas si no se
frena la proliferación. Sus rivales políticos están encantados y
las elecciones del medio mandato, el próximo 6 de noviembre, serán
un excelente termómetro para contrastar el fenómeno. Ya se sabe que
con Trump puede darse cualquier cosa. Si, encima, crecen estos
seguidores que protagonizan comportamientos que son una auténtica
regresión política y democrática, pronto no se estará hablando de
anécdotas y de casos aislados sino de algo mucho más serio que será
difícil atajar.
Nazis
en USA jugando en la primera línea política. ¡Quién lo iba a
imaginar!
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