Pasó
el Día Internacional de la Juventud (12 de agosto) con más
indiferencia que otra cosa, pero no deben quedar inadvertidos algunos
datos sobre la situación laboral de los jóvenes españoles puestos
de relieve en un informe de Comisiones Obreras (CC.OO.) que,
contrastados con los del Instituto Nacional de Estadística (INE),
revelan que hay razones para andar preocupados.
Claro,
porque el hecho de que, hoy en día, haya casi dos millones
trescientos mil jóvenes, comprendidos entre los dieciséis y
veintinueve años, con menos empleo que en el segundo trimestre de
2007, poco antes del inicio de la crisis, refleja que andamos lejos
de mitigar el carácter estructural del desempleo. La conclusión es
que, una década después, las condiciones laborales siguen
empeorando para los jóvenes de nuestro país al abundar los
denominados 'empleos basura', ligados especialmente a plataformas
digitales o a empresas en buena medida caracterizadas por casos de
explotación, fraudes y abusos. Seguro que de ellas han surgido
figuras como los falsos autónomos.
Así
las cosas, la temporalidad laboral se sitúa en torno al 56 % y el
salario medio de los menores de veinticinco años no supera los seis
mil ciento trece euros anuales. Ya lanzó el mensaje el secretario
general de CC.OO., Unai Sordo, al evaluar los registros del segundo
trimestre de la Encuesta de Población Activa (EPA): “El gran
problema del empleo en España es su calidad”. De ahí su
insistencia en la necesidad de atacar la utilización de la
contratación temporal de forma sistemática y corregir los
abaratamiento del despido.
Los
jóvenes deben ser conscientes de que su suerte no debe estar
resignada a los “empleos basura”, entre otras cosas porque su
propósito de emanciparse se ve seriamente condicionado. Según
Eurostat, es apreciable el descenso en la tasa de emancipación, con
una edad que se sitúa en los 29,3 años frente a los 28,4 de 2007 y
los 23,7 de Alemania. Esto significa que la gran demanda es la
estabilidad, indispensable para forjar cualquier medio lo modelo de
vida.
Lo
comprobamos también en el aumento hasta el 27 % de las personas de
la citada franja de edad que trabajan a tiempo parcial, frente al 15
% de hace algo más de una década. De hecho, el informe de
Comisiones Obreras señala que hay casi cuatrocientos mil jóvenes
con una jornada parcial no deseada, si bien es aceptada ante la
imposibilidad manifiesta de acceder a un trabajo a jornada completa.
En 2007, quienes se encontraban en estas circunstancias apenas
superaban las doscientas setenta y seis mil personas. Estas
cantidades, añadidas al abuso de las prácticas no laborales -en
ocasiones, fraudulento-, al empleo sumergido, al paro -que aún
afecta al 26 % de la juventud de la juventud menor de treinta años-
a las irregularidades en la contratación y a los riesgos de pobreza
o exclusión social, revelan una precariedad considerable y que ya,
cuando en algunos núcleos se presume de bonanza económica, resulta
inaceptable.
1 comentario:
Las consecuencias las pagaremos muy caras. Las estamos pagando ya. Triste y desalentador el futuro cercano (ya lo decía Ortega y Gasset en su libro, la España Invertebrada)
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