miércoles, 12 de septiembre de 2018

A RITMO DE VÉRTIGO

La política avanza ritmo de vértigo. Antes no dimitía nadie y ahora hasta se cruzan apuestas en redes sociales para determinar en qué momento se va a consumar la decisión. Apenas pasaron tres horas desde que el presidente anunciaba que la dimisionaria ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, iba a seguir el excelente trabajo que estaba haciendo, y ésta le presentaba su dimisión. Y pocos minutos desde que la hacía pública hasta que se conocía el nombre de su sucesora: María Luisa Carcedo, quien ejercía como alta comisionada para la pobreza infantil. Crisis abierta y cerrada en cuestión de horas.

Nada que ver, pues, con tiempos en los que se mareaba la perdiz y se daba opción a las justificaciones más retorcidas para superar el trance. Entonces, los socialistas, con Pedro Sánchez a la cabeza, pusieron el listón muy alto y ahora no podían desdecirse. ¿No querían regeneración? Pues tomen dos cabezas ministeriales. Ocurrió con Máxim Huerta, ex ministro de Cultura; y sucede con Montón. En el estrecho margen de cien días: a Carmen Montón apenas le dio tiempo de saborear un logro: la aprobación de la asistencia sanitaria universal.

Estos son los derroteros políticos de esta etapa reciente: la gente no perdona -aunque sea relativo afirmarlo- y presiona para acabar con comportamientos inapropiados, con incumplimientos éticos y con hechos que comprometen seriamente la credibilidad de quienes los protagonizan. Y es relativo por esa proclividad a ser más tolerantes con políticos conservadores, en tanto que a los de izquierdas, aparte de otras exigencias, se les quiere tiesos e impolutos.

Han sido, en efecto, muchos episodios raros, irregulares, oscuros e inconsecuentes que han abierto malestar, protestas y desafección hacia la política. Ahora, se está viendo, hasta la hoja de servicios o el currículum son una tentación para que que alguien hurgue y filtre hasta descubrir la mácula que, si no es puesta negro sobre blanco, da lugar a decisiones drásticas e irreversibles.

¡Ah! Y en el caso de Montón se vuelve a probar que, si no se tiene seguridad y no se dispone de todos los recursos, es preferible no argumentar en las horas siguientes al descubrimiento pues van apareciendo nuevos elementos que complican el relato. Todo se enreda y entonces es más difícil, por no decir imposible, tratar de refutar las imputaciones. Recuerden que con todo lo acumulado la incomprensión se torna en intolerancia. A ritmo de vértigo. En cien días. ¿El verdadero cambio? ¿La recuperación de valores y de la ética en política? ¿Un nuevo tiempo democrático? Estamos viviéndolo.

1 comentario:

Yattmur Towers dijo...

Este tipo de actuaciones hablan de forma notable sobre la etica de un Gobierno del Estado. Espero que se continúe en la misma línea, sería un gran avance de la denostada, con justicia,democracia española.