El
historiador del arte Eduardo Zalba (Lhorsa)
emprende
con ganas la idea de ensalzar la escultura en las calles del Puerto
de la Cruz. Es una propuesta singular, sin duda, aprovechando que se
cumple el sesenta aniversario de la colocación de la primera obra
escultórica en las vías del municipio y el treinta de aquella
célebre exposición convocada en ocasión de una edición del
desaparecido Festival Internacional de Cine Ecológico y de la
Naturaleza.
Explica
Zalba que la ruta pretende dar a conocer las obras desaparecidas y
aquellas otras de este certamen que se conservan en las calles de la
localidad. Añade que la iniciativa posibilitará conocer el resto de
obras colocadas entre 1958 y 2018, las cuales conforman la denominada
Sala
de escultura del
museo al aire libre Puerto
Street Art.
Quiere el promotor,
sabedor de que hay todo un capital artístico en el espacio público
portuense, crear una ruta que, debidamente guiada y documentada, debe
resultar de lo más atractiva. Se trata de contar con un soporte que
facilite sobre el terreno conocer características de las obras,
además de descubrir aspectos de la historia de la ciudad y varios
personajes que han entrado en ella por derecho propio. Objetivo:
disfrutar del arte en la calle. Ahí están esos exponentes
artísticos que engrosan el patrimonio histórico y
artístico-cultural, merecedores de atención sin la cual, desde
luego, es imposible sensibilizar a la población de los valores que
entraña.
A vuelapluma, una
selección: hay que destacar el monumento dedicado al turista,
iniciativa del Rotary Club del Puerto de la Cruz, inaugurado en junio
de 2001, hecho en bronce y hierro, del que es autora Marta von
Poroszlay. Está ubicado en la plaza-mirador de La Paz. La artista
situó sobre un globo terráqueo abstracto a dos personajes
realizados en bronce. La mujer lleva un traje corto y una maleta,
mientras que el varón porta una cámara fotográfica y viste
camiseta y pantalón corto, muestra de la benignidad del clima en el
archipiélago.
Y el que rinde tributo
al donante, de autor desconocido, promovido por el Club de Leones de
la ciudad, hecho con piedra natural y descubierto en 2008, en Los
Cachazos. Muy sencillo, consiste en un monolito de aproximadamente
dos metros de altura con dos placas alusivas al objetivo del mismo.
De forma simbólica está jalonado por dos árboles, uno de hoja
perenne y otra de hoja caduca.
Hay una obra de Felipe
Mesa Hernández que data de la década de los ochenta: es el
Monumento a la mujer canaria, ubicado en la plaza de Las Dehesas,
junto a la iglesia de San Pablo. Fue develada en la clausura de una
semana de actividades que exaltaban el papel de la mujer canaria.
Hecho en piedra, representa a una mujer en la que se apoya, volteado
de espalda, un niño desnudo. Este doble punto de vista, según
Zalba, le otorga una característica singular al conjunto. Las
facciones de la mujer recuerdan la producción escultórica de la
obra de Plácido Fleitas.
Y
ya que mencionamos el festival cinematográfico -¡qué lástima su
desaparición, portuenses, viendo cómo la idea ha sido rescatada en
otras localidades!-, consignemos dos apreciados testimonios: uno, el
Homenaje
a Néstor, original
de Juan Carlos Batista, instalado en 1988, durante la séptima
edición del certamen en la calle Iriarte. En un principio, pudo verse en la plaza Francisco Afonso Carrillo, también conocida como la de la estación de guaguas. Está elaborado a partir
de un tronco de almendro, cuya parte inferior rugosa remite a la
corteza del árbol de donde emerge una figura de grandes cuernos.
Pretende homenajear el artista al pintor grancanario Néstor Martín
Fernández la Torre (1887-1938), inspirando su figura en los faunos
que componen la serie del Valle de Hespérides, ejecutada en la
década de 1910.
Y
el otro, Spectator,
admirable
en la Punta del Viento, cuyo autor es el portuense Arnoldo Évora que
trabajó sobre hierro. Si hay una escultura que se ha convertido en
emblema del Puerto de la Cruz, esa es “Spectator”, opina Zalba.
El espíritu de la escultura en la calle se mantiene vivo, desde
luego, en estos dos valiosos trabajos. La abstracción y el
expresionismo fue la clave de la producción de los jóvenes
artistas. Aunque no fue concebido para este emplazamiento, este
espectador -con su actitud sedente y pensativa- domina desde 1989 la
Punta del Viento, contemplando una de las mejores vistas con que
cuenta el litoral portuense.
Por supuesto, hay otras
esculturas que llaman la atención y que significan el riquísimo
contenido patrimonial que se contrasta en las calles de un Puerto de
la Cruz, ciudad para pasear y entretenerse por múltiples razones.
Ahora surge esta idea de gozarlas en una ruta. Bien.
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